Eva Molina, voluntaria de Cruz Roja en la isla de Chios: “Te llevas más de lo que haces”

Llegaban familias con 20 personas, abuelos, niños, minusválidos. No dejaban a nadie atrás

Eva Molina
Eva Molina Urueña, voluntaria de Cruz Roja de la Asamblea local Majadahonda-Las Rozas, se define a sí misma como psicóloga de formación y trabajadora humanitaria de vocación. Y así es. La experiencia de esta española-suiza, de 40 años, no deja lugar a dudas. Ha colaborado en ONGs internacionales con requirentes de asilo e inmigrantes sin papeles y, desde  2015, forma parte de los equipos ERU (unidades de respuesta a emergencias) de Cruz Roja Española con los que ha estado en la isla griega de Chios. Tras permanecer en la isla de Chios cinco semanas, atendiendo a solicitantes de asilo y regresar a España el 26 de diciembre, dice que, sin duda, repetiría la experiencia y que “es más lo que te llevas que lo que haces”. Eva es también voluntaria en el programa de intervención social en la Asamblea de Cruz Roja de Majadahonda-Las Rozas. Licenciada en psicología, habla, además de español, inglés, alemán y francés y nos cuenta como ha sido su experiencia con  los refugiados que llegan a Grecia con la esperanza de quedarse en Europa.

Pregunta.- ¿Cómo fue tu incorporación a Cruz Roja?

Respuesta.–Siempre he  trabajado en el mundo de la cooperación y cuando volví a España hace año y medio descubrí los equipos ERU de Cruz Roja. Envié mi currículo, hice la formación obligatoria y, desde mayo de 2015, pertenezco a estas unidades dentro de los equipos sicosociales.

La forma de trabajo, en equipo, me ha encantado. Pasas mucho tiempo juntos y eso es bueno. Al principio tuvimos que estar cuatro en una habitación, y entonces comprendí por qué durante la formación nos tuvieron una semana de convivencia en Guadarrama,

P.-¿Tardaron mucho en enviarte a tu primera misión?

R.-Muy poquito. En mayo tuvimos la formación ERU para el  equipo sicosocial. En septiembre la formación inter-ERU para ver cómo trabajar con otros equipos: logistas, sanitarios etc y en noviembre me llamaron para ir a Grecia. En mi equipo íbamos dos de sicosocial, un compañero de Palestina que hablaba árabe e inglés y yo. El resto eran un médico, dos enfermeras, una logista y la jefe de equipo.

P.-Pero tú ya tenías experiencia en este tipo de organizaciones.

R.-Sí. en 2005, con Intervida, estuve en la India, durante tres meses, tras el tsunami, con un proyecto de recuperación emocional para niños. Antes fui voluntaria en Budapest con enfermos oncológicos, luego en Eslovaquia con personas con trastornos mentales, En 2007 trabajé un año en  Liberia con la ONU, como sicóloga, para atender a los trabajadores, civiles y militares de la organización y posteriormente trabajé en Basilea cuatro años con refugiados y requirentes de asilo y otros cuatro con personas sin papeles..

P.-¿Cuál ha sido tu función en esta misión?

R.-Mi trabajo era dar apoyo sicosocial no solo a los refugiados, sino también a los miembros del equipo. En las emergencias, a menudo las personas pasan una catarsis. Llega el día en que te sientes mal y  no puedes llamar a tu casa porque no quieres que se preocupen y es muy bueno que haya alguien que te conoce y te escucha sobre el terreno.

P.-¿Qué tenía de peculiar esta misión?

R.-Lo primero el contraste que había. Era una misión en Europa. Tú estabas en tu hotel, caminabas un poco por una calle llena de comercios y te encontrabas, en un foso de una especie de castillo, con uno de los campamentos de refugiados.

Cuando los refugiados llegaban, tenían que registrarse con la Agencia europea de fronteras (FRONTEX9) en un centro en el que esperaban, a veces, hasta dos días, en el suelo, por la cantidad de gente que había. Allí los sanitarios tenían un puesto de atención primaria. Después iban al otro campamento donde estaba yo. Había pequeñas barracas en las que permanecían hasta coger el ferry para Atenas. A veces horas, si había plazas, y otras dos días o tres. Si hacía buen tiempo se doblaban el número de llegadas. La mayoría quería ir a países como  Francia, Alemania, o Noruega, pero algunos no sabían a donde ir.

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P.- ¿Qué impresión te dieron? 

R.-Soy optimista por naturaleza y me intentaba fijar en lo bueno. Veías momentos de belleza y dignidad. Habían llegado hasta allí sin que se muriera nadie de su familia. Había abuelos, familias completas.de 20 miembros, con bebes y discapacitados. No dejaban a nadie detrás. Más fuertes que ellos no hay nadie, decía yo.

P.-Y ¿Cuál era tu función?

R.-No hacíamos  una intervención sicológica porque estaban solo horas o unos días y no podíamos abrir un melón que no pudiéramos cerrar. Lo que más necesitaban era información. Mi compañero palestino y yo, coordinados con otras  organizaciones, nos ocupábamos de informarles desde que llegaban hasta que se iban. No sabían muchas veces que estaban en  una isla, creían que estaban en Atenas.

Otra de las acciones que hizo Cruz Roja fue crear  mapas que partían de la isla de Chios y la conectaban con los países de alrededor. Mapas de Europa, escritos en árabe y farsi, porque la mitad provenía de Siria y una cuarta parte de Afganistán. También les dábamos  folletos con los síntomas que podían tener a causa del stress y, junto a Save The Children, hicimos otro sobre los síntomas del stress en niños, para que los padres entendieran lo que les ocurría.

P.-¿Cómo atendíais a los niños?

R.-En un contenedor  creamos un “espacio amigable”, con material de manualidades, juguetes, mesas, sillas y unas esterillas para los bebes. A veces las madres se quedaban con los niños. La gente del pueblo era fantástica. Nos donaron juguetes y, a otras organizaciones,  ropa, que era una de las necesidades mayores, porque llegaban empapados. También había gente local  que repartía comida a la entrada del campamento y tiendas que hacían donaciones. Pero el gran éxito  fue para los balones de futbol. Daba igual la edad. Al verlos,  los hombres jugaban con los niños.

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P.-¿Cómo se encontraban los refugiados cuando llegaban?

R.-Agotados. Exhaustos. Necesitaban descanso y comer algo. Por un lado manifestaban esperanza y por otro una tristeza tremenda. Muchos venían de Homs, una ciudad destruida. En Europa, a veces, se creen que la gente se quiere ir de su país. No es verdad y, si tienen que salir, lo hacen porque no les queda otra. Nosotros intentábamos que se sintieran seguros y que los niños pudieran ser niños otra vez.

Cuando pasaban aviones militares los niños se asustaban un montón. Quizás les traían recuerdos de algún bombardeo. De hecho el día de Nochebuena había fuegos artificiales e hicimos unos folletos para informar a la gente y que no se alarmara.

P.-¿Qué te parece la postura de Europa con los refugiados?

R.- Los europeos creen que van a venir muchos refugiados a  Europa, pero la mayoría prefieren irse a los países vecinos. A Europa vienen los que tienen más

posibilidades. Me pareció una violación de los derechos universales la decisión de concentrarles en Turquía a cambio de dinero.

P.-¿Crees que los terroristas se pueden mezclar con los solicitantes de asilo?

R.-Los que llegaban pasaban el registro de  FRONTEX, que era exhaustivo, con huellas dactilares y verificación de todos los datos y documentación. Mediante traductores intentaban ver si decían la verdad sobre su procedencia. Mi opinión es que por ahí no vendrían yihadistas. Irían por avión a otros países europeos.

P.-La sociedad europea es consciente del problema de los refugiados?

R.-Muchísima gente sí. Ahora ha habido movilizaciones en contra de la decisión de la Unión Europea de devolverles a Turquía. En la población hay sensibilidad. Lo veo en las redes sociales. Pero también hay gente que no quiere arriesgar su estado de confort. El miedo es muy malo

P.-¿Repetirías la experiencia?

R.-Por supuesto que sí. Es una experiencia enriquecedora en todos los aspectos: humano, profesional., con los compañeros de Cruz Roja y de otras organizaciones.. En realidad te llevas mucho más de lo que haces. Todo el mundo lo dice y es verdad. Yo tengo dos hijos, de 7 y 4 años, y un marido. Irme cinco semanas no fue fácil en cuanto a la  logística. Pero me conocen bien y me apoyan muchísimo.

P.-¿Qué te parece el voluntariado de Cruz Roja?

R.-Mi experiencia, tanto como voluntaria de la ERU, como en intervención social en atención a inmigrantes y personas vulnerables en la Asamblea local, es que hay una implicación increíble. Recibes mucha información. Te sientes parte de la organización. Puedes ser una voluntaria y hacer algo profesional. Algo en lo que puedes utilizar tu bagaje y formación.. El voluntariado es un compromiso y lo ideal es compaginarlo con la vida personal y profesional. Todos los jueves recibo gente y estoy muy contenta.



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