Sobre Rita Barberá

El pasado martes,  nada más empezar el pleno del Senado, pasado el tiempo prudencial, no pude evitar echar la vista atrás en el hemiciclo y ver si había venido Rita. No, estaba, y obviamente hice el comentario en las redes sociales sobre su ausencia, la cual había estado desde el estallido del escándalo que la acompañó, un tema recurrente. Los comentarios jocosos se multiplicaron.

El miércoles, a las ocho de la mañana ya en el despacho del Senado, estaba repasando la intervención que me tocaba tener desde la tribuna, para defender mis enmiendas a la moción del PP sobre la economía social, donde buena parte de la cortísima intervención que me dejaban ( así es la vida en el Grupo Mixto), la usaba para relacionar la economía social con cómo la puede entender el PP, trazando con brocha gorda relaciones directas con el pitufeo; el tema estaba candente después de la declaración ante Conde Pumpido de la senadora.

Diez minutos antes del pleno, ya recogiendo bártulos para bajar al hemiciclo, me gritan desde el despacho contiguo( o me dicen, el pladur ya sabéis cómo es) , que la tv estaba anunciando el infarto de Rita Barberá, es un momento de desconcierto,  pongo la televisión del despacho a media voz mientras me apresuro a modificar la intervención ( los que somos malos para improvisar somos así), borro los comentarios del día anterior en las redes por entender que podrían estar fuera de lugar, y me apresuro a escribir (sinceramente) a desear a esta señora que se recupere lo más rápido posible. Dispuesto a bajar ya, al ir a cerrar la televisión veo que ya hablan de su fallecimiento.

El pasillo de la cuarta planta (que nunca compartimos con Barberá) es un bullidero, la gente va llegando o saliendo de sus despacho con cara de circunstancias, no se puede asimilar la noticia. El desconcierto es máximo. Dicen que la Mesa y la Junta de Portavoces están reunidas ante un hecho de tal impacto.

Bajamos al hemiciclo… y corrillos, prensa en el hall esperando a ver qué pasa, se comenta se va a proponer un minuto del silencio, y los teléfonos móviles no han parado de vibrar, de gente que nos manda mensajes, de sorpresa, algunos muy incorrectos, otros de curiosidad por saber qué estaba pasando.  Las noticias que llegan del Congreso sobre la ausencia de Podemos en el  minuto de silencio incendia las redes, preguntamos qué han hecho los nuestros, los cuatro diputados de Compromís, no por seguir sus pasos, sino por estar tranquilos ( tampoco teníamos dudas, pero estamos todavía alucinando, y necesitábamos mensajes del mundo exterior).

Entra la Mesa, y el Presidente, anuncia el fallecimiento y pide el  minuto de silencio, todos nos ponemos de pie y todos están pendientes de la ausencia de los senadores de Podemos, que finalmente entran empezado el minuto y ocupan su escaño. Pasa el minuto, nos sentamos en silencio, y el PP empieza a aplaudir entusiastamente, solamente ellos y algún satélite, y vuelven a levantarse con cara de pena… no puedo evitar llamarles hipócritas.

Empiezan por las redes a caer garrotazos a diestro y siniestro, hay quien me afea que ahora sea políticamente correcto por dar el pésame al entorno de la senadora y lamentar su muerte, mientras dirigentes de PP y medios de derecha extrema nos acusan de ser poco más que hienas despiadadas que hemos propiciado este final.

Mi relación personal con Rita ha sido nula, nunca hemos entrecruzado media frase como sí he podido hacer con cualquier senador de otras formaciones, en especial del PP; porqué ya se sabe que es lo que más abunda en la Cámara Alta. La primera vez que la tuve cara a cara fue en las Cortes Valencianas el día que nos nombraron a ambos, junto a Fabra, Lerma, Lima y Crisol, senadores de designación autonómica. Ese día todos nos saludamos y felicitamos, excepto ella. Irrumpió en la sala mientras estábamos hablando apartados del gentío Pilar Lima y yo, le saludó efusivamente a ella, con besos incluidos, hice el gesto de saludo, sin más, ( sin pretensión de ningún beso, no soy nada de contacto físico), y me espetó no recuerdo qué frase desagradable tipo “ a ti no”, con un gesto de desprecio y superioridad que me desconcertó (¿eso es hacer la cobra que está de moda ahora?). Nunca habíamos coincidido en ningún ámbito, ni podía tener ningún resquemor personal. El “ feo” se lo devolví en luego , en público, cuando al recoger al acta, di la mano o besos al resto de senadores excepto a ella, y eso ya ante las cámaras.

Ahí empezó la relación. Luego en pasillos o sitios de coincidencia era de las personas que evitaba no ya el saludo, sino la mirada directamente.

Compromís  sabíamos que entrábamos por primera vez en una cámara silenciosa, invisible para la ciudadanía, y estando completamente solos, sería muy difícil hacer oír nuestro trabajo, y uno que es de carácter beligerante, entre propuesta y propuesta, mandoble, en especial al PP. Fui critico por la inactividad de Alberto Fabra y de Rita Barberá, y por el de los senadores del PP de elección directa, no escatimé recursos para ponerles en la picota; ya que eran el paradigma del retiro de políticos venidos a menos colocados en el cementerio de elefantes; después de perder la Generalitat y el ayuntamiento respectivamente, al Senado a descansar, y por todo el historial de corrupción y mala gestión de su partido.

Sobre Barberá empiezan a irrumpir casos que avecinan complicaciones judiciales; por no cumplir la ley de Memoria Histórica, el juzgado mirando las facturas del Ritaleaks, hasta que estalló el caso Taula.

Desde ese momento fuimos especialmente críticos, no escatimamos ocasión para disparar la artillería, siempre remarcando que no estábamos prejuzgando nada, pero que simplemente el hecho de la inactividad política, unida a las largas sombras de sospecha no únicamente en este caso sino en prácticamente todos los de corrupción que existían en Valencia ( factura del Ritaleaks, Formula 1, Imelsa, Emarsa…etc) la sombra de la todopoderosa exalcaldesa estaba presente.  Fui beligerante como fui en su día con Carlos Fabra, sin tregua, crítica política, por la mala praxis política ( desde el Cabanyal, al caloret, pasando por las burlas desde el balcón el ayuntamiento a los familiares de las victimas del accidente del metro de Valencia) y también por todo lo que estaba aflorando ( los pinchazos a Alcon, las facturas de lujo y abuso cargadas al ayuntamiento…etc).

Y su caso se complicó, hasta el punto por todos sabidos; su salida estrepitosa del grupo en el Senado del PP y su llegada al Mixto; eso nos ponía a nosotros en el punto de mira, sus principales adversarios políticos, ahora la recibíamos en el grupo. Y dijimos todo lo que teníamos que decir, y continuamos con el tema. Podemos tirar mano de hemeroteca; la crítica ha estado continua, incansable, pero sin pasar nunca los límites de lo personal.

El PP que los últimos meses le hizo el vacío, intentó marcar distancias y hacer del caso del PP de Valencia ( TODO el grupo municipal menos un concejal despistado, equipo técnico…etc, ) , de todo el PP imputado, distanciarse , y queriendo dejar a Barberá como cabeza de turco. Últimos días de soledad, de desprecio y vacío de los suyos ( nuestra actitud ha sido la misma estando esta señora en el grupo del PP como en el Mixto, estando llamada a declarar, o el dia después de ser nombrada senadora). Ayer ese PP que la abandonó a su suerte, y nos la dejó en el Mixto con todo lo que ello acarreaba para nosotros y para ella, parecía ayer que pudiera limpiar su remordimiento con aplausos y actos de plañideros; nosotros en el último o penúltimo pleno, decíamos ya, y así consta en acta y en videos, que no estábamos ante el caso Barberá, sino ante el caso PP, y eso les escocía. Ayer, el PP, nos quería imputar a la oposición, y a la prensa, como autores del daño causado ante esta persona.

La hipocresía humana no tiene límites, y la muerte parece que acabe limpiando el historial de las personas, que nos tengamos que comer las palabras, opiniones o hechos, que se tenga que hacer borrón con el pasado y santificar a las personas.

La muerte nos horroriza a todos, el sufrimiento de las personas no puede más que producirnos empatía y solidaridad, pero sin perder perspectivas, sin obviar los hechos. Sin blanquear la memoria de nadie; agravios, malas formas, sospechas.

La desaparición de Barberá no puede dejarnos indiferentes a nadie. Para bien o para mal, ha sido todo un símbolo, de su partido, de su manera de gobernar, de una época concreta que seguramente se estudiará siempre. Ver cómo, quien ha sido todopoderosa termina sus días de una manera tan trágica, no es gratificante para nadie; ahora quedan las lagunas y las sombras.

No me tocará a mi limpiar y exaltar su memoria,  ni rectificar ninguna afirmación hecha en su día. Pero no me gusta que la gente se muera, que desaparezca, y mucho menos cuando se entiende que puede tener para bien o para mal cuentas pendientes, para resolver dudas sobre sus actuaciones, y lo que es más importante, cuando por simple estadística, te queda buena vida por delante.

Lágrimas de cocodrilo de quienes la dejaron en la estacada, queriendo tirarle a una persona la manera de actuar de todo un grupo. Por mi parte, como ya dije, si no soporto el dolor animal, ¿cómo he de querer el sufrimiento humano?. El sufrimiento ajeno me afecta, me hace empatizar, pero tampoco me desactiva, y me obliga a ser igualmente contundente pero medir mucho más mis limites en mi incontinencia verbal, más escrita que vocal.

No sé si aterra la muerte, más bien no la entiendo, no la asimilo,  y no se la deseo a nadie. Por eso, ayer mostramos condolencias, a su entorno, y de la misma manera que me hubiera gustado que “mis compañeros de trabajo” hubieran tenido conmigo el respeto institucional si hubiera fallecido yo,  creo que ayer estuvimos donde tocaba, sin sobreactuar ni ser hipócritas, sin renegar a nada, sin sobreactuar, sin más.

El tiempo, ya nos podrá a cada cual en su lugar.


Carles Mulet
Senador territorial de Compromís



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