La complejidad de los productos financieros

Tras el sonado caso de las preferentes, algo ha quedado meridianamente claro para muchos: los bancos, por muy buen trato que den al cliente, no son sus amigos. Dicho de otro modo, es absurdo pedir asesoramiento al banco acerca de cuestiones financieras, puesto que el objetivo de éstos no es que su cliente obtenga mayor rentabilidad, sino obtenerla ellos mismos.

Otra cosa que se ha puesto de manifiesto es que hay que tener mucho cuidado con cualquier producto financiero que se contrate. Muchos de los que se presentan como interesantes, contienen una letra pequeña de gran complejidad que hace que las condiciones que inicialmente se acuerdan, puedan verse sustancialmente modificadas.

No es buena idea contratar productos financieros complejos si verdaderamente no se cuenta con una base de conocimiento que permita comprenderlos. Muchas veces nos dejamos cegar por la rentabilidad sin tener en cuenta que los productos financieros suelen tener un cierto nivel de riesgo.

En este sentido, la mejor recomendación para quien no tenga una formación sólida que le permita discernir los riesgos y beneficios de cualquier producto bancario, es mantenerse alejado de todo aquello que no pueda comprender con claridad.

Tal vez con esta actitud no sea capaz de obtener rentabilidades altas o de aprovechar oportunidades muy ventajosas, pero lo que es totalmente seguro es que no se encontrará con sorpresas desagradables.

Desgraciadamente, los bancos tienden a trabajar cada vez más con productos complejos, precisamente porque son los que mayores beneficios les reportan. Probablemente un banco siempre recomendará poner el dinero en un fondo de inversión antes que en un producto sencillo y comprensible, como los bonos del estado, aduciendo razones de rentabilidad. Pero lo cierto es que saber por adelantado con toda certeza cual va a ser el retorno que se va a recibir de un dinero invertido, ofrece un factor de tranquilidad muy valorado.

Y más o menos lo mismo ocurre en referencia a los créditos.  Mientras muchas personas se han visto en verdaderas dificultades a la hora de devolver algunos préstamos, otros prefieren trabajar a corto plazo con productos sencillos de crédito rápido, que informan con total transparencia de la cantidad a devolver y se liquidan a 30 días vista. ¿Intereses? Por supuesto, son más elevados, pero hay quien prefiere disponer del dinero en momentos puntuales de necesidad, antes que embarcarse en un compromiso a 3 o 5 años que le reporta una serie de obligaciones ante las que ha de responder con su patrimonio.



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