Violencia y agresividad en los centros de salud mental

Dos personas han muerto recientemente en España mientras permanecían atadas a sus camas con correas

El pasado 15 de mayo conocimos a través de la página web de las Hermanas Hospitalarias la celebración en el centro Padre Menni de Pamplona, el próximo día 9 de junio, de una jornada dedicada al Manejo de la Violencia y Agresividad en la Enfermedad Mental.

El título no deja lugar a dudas: para las Hermanas Hospitalarias, las personas que estamos diagnosticadas con algún trastorno mental grave somos agresivas y violentas. Es decir, vinculan nuestro trastorno con el riesgo público y, más concretamente, con el de las personas que trabajan en salud mental, pese a que los datos de la OMS han desmentido hasta la saciedad esta relación. Este prejuicio de la peligrosidad social es tremendamente dañino, pues conduce muchas veces a una vulneración de nuestros derechos, que se ven cuestionados, cuando no suprimidos por completo, sólo por causa de nuestro diagnóstico.

Es lo que ocurre, por ejemplo, con la praxis de la contención mecánica (eufemismo de “atarnos a una cama con correas”), de cuyo uso se abusa de una manera alarmante, muchas veces como castigo cuando nos “portamos mal” o como forma de inmovilizarnos cuando no hay suficiente personal para atender a todas las personas ingresadas. En estos casos, Padre Menni, como cualquier otro centro, puede obrar según su libre albedrío, por lo que a veces se corre el riesgo de que las decisiones no se ajusten a los criterios médicos ni éticos que han de ser particularmente exigentes en estas situaciones de especial vulnerabilidad para la persona atada. Porque esta práctica, considerada por la ONU como un trato aberrante, no sólo es una medida coercitiva que limita la libertad personal que consagra el artículo 17 de la Constitución española. Es también una medida peligrosa, como demuestra la muerte reciente de dos personas que han fallecido estando sujetas con correas: una el 28 de febrero en la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica del Complejo Hospitalario de A Coruña; otra, de 26 añitos, el 24 de abril, en el Hospital Central Universitario de Asturias.

Por eso, llama la atención que en el programa dedicado al Manejo de la Violencia y Agresividad en la Enfermedad Mental las contenciones con correas no sean consideradas como un ejercicio de violencia contra la persona ingresada. Del mismo modo que se echa en falta alguna intervención destinada a la participación en primera persona, por parte de quien pueda explicar la angustia, el sufrimiento y el trauma incurable que causa la experiencia de contención vivida. Pedimos a las Hermanas Hospitalarias una reflexión en este sentido.

Asimismo, solicitamos una legislación a nivel nacional que ponga fin a nuestra indefensión frente a los abusos que muchas veces vivimos en los centros de salud mental, puesto que la experiencia en países vecinos demuestra que se pueden hacer las cosas de otra manera y que hay alternativas más respetuosas con los Derechos Humanos.

Consideramos también que la gestión de nuestra salud no puede quedar en manos de órdenes religiosas o empresas privadas. La salud es un derecho y no puede convertirse en un negocio. Defendemos la sanidad pública, y su gratuidad y universalidad en el acceso a todas las prestaciones, incluida la salud mental.


Salud Mental Podemos

Grupo de Trabajo En Primera Persona

@smentalpodemos



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