Ser solidario, también en verano

España es solidaria. Según un informe de la Plataforma del Voluntariado de España, el 38,1% de los ciudadanos mayores de 14 años colabora con una ONG

La preocupación por los demás es un hecho que se palpa en los datos del último estudio sobre voluntariado realizado por la Plataforma del Voluntariado de España (PVE) con cifras de 2016. Según el informe, el 38,1% de los españoles mayores de 14 años colabora de alguna forma con una organización no gubernamental. Un porcentaje que engloba tanto las aportaciones económicas como las acciones de voluntariado, propiamente dichas, dentro y fuera de las fronteras nacionales.

Y es que, ser solidario, es una tendencia al alza en todas las épocas del año. Los españoles empiezan a asumir la solidaridad como una oportunidad y un deber de todo ciudadano del mundo. Por esto, las cifras de participación (recogidas por la PVE desde 2014) no dejan de aumentar.

Voluntariado como forma de solidaridad

El informe de la PVE pone de manifiesto que la mayor parte de muestras de solidaridad se realizan en forma de aportaciones económicas. Aun así, el 9,3% de la población que contribuye con las ONG, algo más de tres millones de personas, realizan acciones de voluntariado. ¿Qué significa ser voluntario? Según Misiones Salesianas, congregación con más de 140 años de andadura, “dedicar tiempo, esfuerzo y, en ocasiones, dinero para ayudar a los menos afortunados, sin ningún tipo de remuneración a cambio”. Además, el positivismo y la motivación se añaden a la ecuación en la búsqueda del cambio en la sociedad mundial.

Tradicionalmente, los actos de solidaridad en España encontraban el empuje necesario en fechas señaladas como Navidad o en momentos de emergencia mundial. Hoy en día, las ONG y las entidades relacionadas afirman que no hay excusas para la solidaridad. Por ello, son muchos los ciudadanos que, en su tiempo libre, se convierten en voluntarios sin importar la época del año.

Razones para el voluntariado en verano

Muchos ciudadanos culpan a la falta de tiempo como la principal causa que les impide la realización de acciones de voluntariado. Según la encuesta realizada por la PVE, esta percepción es la más extendida, con un 17,5% del total de personas preguntadas. Pero verano significa tiempo libre. Además de aumentar las horas de luz, trabajadores y estudiantes disfrutan de vacaciones y tiempos de descanso más extensos. Por eso, suele ser una de las mejores épocas para iniciar la incursión en el mundo de la solidaridad. Las principales razones que empujan a todos los voluntarios son:

  • Sentirse útil para la comunidad. No hace falta irse muy lejos para poder mejorar el mundo. Las diferencias sociales y económicas cada vez son más amplias entre ciudadanos de una misma ciudad, país o continente. Por eso, siempre es una buena opción empezar a cambiar a mejor el lugar de residencia.
  • Convertirse en protagonista del cambio y protector de los valores sociales. Generosidad, justicia, sostenibilidad, empatía… A través de las acciones de voluntariado, los ciudadanos contribuyen en la búsqueda de soluciones con las que mejorar el planeta.
  • Conocer las propias capacidades. Algunos voluntarios, cooperantes, misioneros, etc, afirman que desconocen de qué son capaces hasta que se ponen manos a la obra. El voluntariado y cualquier acto solidario es una de las circunstancias ideales con las que ponerse a prueba y ser consciente de las aptitudes.
  • Ser coherente con las creencias individuales. El abanico de posibilidades a la hora de hacer voluntario es tan amplio que cada uno puede elegir aquellas causas más vinculadas a las creencias propias. Desde viajes respetuosos con el Medio Ambiente hasta competiciones de deporte solidario. Solo hay que buscar la motivación perfecta.

Solidaridad e información en la palma de la mano

La falta de información ocupa el segundo puesto entre los pretextos de los ciudadanos por los que no se lanzan al voluntariado. Pero con una simple búsqueda en internet se pueden encontrar diferentes entidades con las que colaborar tanto económicamente como con acciones más comprometidas (misiones, voluntariado, cooperación internacional). Por ello, lo mejor es elegir primero a qué proyecto se quieren destinar los esfuerzos de solidaridad y, posteriormente, buscar el plan que mejor se adapte a cada persona.

Las ganas de ayudar no pueden nublar la toma de decisiones. Convertirse en voluntario o cooperante exige una mayor implicación que las meras aportaciones de dinero. Por eso, cada uno de los ciudadanos deben ser conscientes de la realidad que se van a encontrar al llegar a su destino y la fuerza de voluntad necesaria para ser capaz de impulsar el cambio.



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