Más de 250 senderistas protagonizan las marchas de la Cruzapedriza

Organizada por el club de montaña y orientación Tierra Trágame y el Ayuntamiento de El Boalo, las dos rutas de la Cruzapedriza, de 10 y 19 kilómetros de longitud, fueron recorridas por senderistas y corredores que disfrutaron de una mañana de domingo en la que la lluvia estuvo prácticamente ausente y no les obligó a utilizar el chubasquero más que para demostrar que lo tenían.

La Cruzapedriza, que el domingo 15 de abril celebró su décima edición, estaba prevista como tres recorridos circulares  de 10, 19 y 27 kilómetros de longitud con salida y llegada en El Boalo, después de atravesar los parajes menos conocidos de la Pedriza del Manzanares. Pero la organización, respetuosa con la integridad física de los participantes, decidió anular el recorrido de 27 kilómetros.

Quienes habían elegido la distancia ultra, fueron  informados tres días antes de que ese recorrido del que se habían preparado para hablar el lunes en la oficina, se suspendía. Los motivos alegados por la organización para esta anulación fueron de sentido común, como suele decirse. Durante la inspección del recorrido realizada en los días previos, en particular por Aurelio Olivar, se constató que en las zonas altas del recorrido había acumulaciones de más de un metro de nieve virgen, lo que hubiera obligado a los primeros a abrirse paso como un rompehielos en el ártico de la Sierra de los Porrones. La apertura de huella en la nieve afectaba a más de 10 kilómetros y la organización pensó que los primeros iban a acabar extenuados, si no renunciaban antes, y que de todos modos el retraso en el horario previsto daría al traste con un día de disfrute de la montaña, objetivo que nadie cuestionaba.

Los casi medio centenar de senderistas que eligieron el recorrido de 10 kilómetros completaron su circuito en los tiempos previstos sin que una gota de lluvia les cayera encima; único riesgo posible aunque las previsiones meteorológicas que la organización había anunciado eran de cielo poco nuboso (en realidad bastante nuboso) con intervalos de nubes altas, aumentando la nubosidad progresivamente a partir del mediodía hasta quedar cubierto.

Los más de doscientos participantes (entre caminantes y corredores) que completaron la ruta circular de 19 kilómetros tuvieron ocasión de pisar nieve durante casi cinco kilómetros entre el arranque de la senda de las zetas el desvío del Cancho de las Porras, donde una pareja de voluntarios con los pies helados, indicaban el cambio de rumbo a los participantes: un franco descenso hasta Canto Cochino.

A los protagonistas de esta ruta les encantó la nieve pues no estaba ni helada ni demasiado húmeda, aunque les costara algún resbalón. No obstante, se produjeron menos incidentes personales que en otras ediciones sin nieve. La responsable del servicio de sanidad y facultativa del club, la doctora Ferrer, aseguró que solamente acudió al servicio de urgencia un andarín que tras un resbalón sufrió un desgarro en la malla pirata y un rasponazo en la mano. No fue necesario una atención especializada pues haciendo alarde de estoicismo, rechazó la desinfección química del rasponazo y la doctora ni siquiera abrió el maletín de primeros auxilios.

Aunque llegó un momento en que las nubes amenazadoras se transformaron en lluvia, la mayoría de andarines ya había completado la ruta circular y les pilló en El Boalo, tomando el aperitivo en uno de los bares de la plaza del Ayuntamiento o, decididamente, saboreando la caldereta que la organización había previsto como punto final al recorrido. Los que no habían llegado todavía, cumplieron con las previsiones meteorológicas y se mojaron.



Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*