Cementerio de animales: una de terror y palomitas

Basada en la influyente novela de terror de Stephen King, Cementerio de Animales cuenta la historia del médico Louis Creed (Jason Clarke), que al poco de mudarse con su mujer Rachel (Amy Seimetz) y sus dos hijos desde Boston a un recóndito paraje de Maine, descubre un misterioso cementerio escondido en lo más impenetrable del bosque, a escasa distancia del nuevo hogar familiar. Cuando la tragedia alcanza a la familia, Louis recurre a su peculiar vecino, Jud Crandall (John Lithgow) y pone en marcha una tremenda reacción en cadena que despierta a una insondable fuerza maléfica con espantosas consecuencias.

Con una composición escénica muy cuidada, la nueva versión de Cementerio de animales, entierra ya de por vida a la primera versión cinematográfica del año 1989.

Esta era una película muy mal rodada y con aire de telefilme de sobremesa. De hecho, dejó un sabor muy agridulce a los amantes del terror. Por tanto en este caso, el remake además de necesario, se sentía casi de carácter obligatorio para como mínimo mejorar el diseño de producción.

La película está basada en la mítica novela homónima de Stephen King que fue publicada en el año 1983, por lo que durante el rodaje de la misma se produjo el 35 aniversario de la obra del maestro de Maine. Existe un dato que quizás mucho no sepan, y que dice mucho a favor de este autor, y  sobre su forma de escribir tan cinematográfica.

¿Sabían qué en el año 1983 ya se habían adaptado más novelas de Stephen King que de Charles Dickens? 

También cabe recordar que aunque Cementerio de animales acabó teniendo un enorme éxito, King la tuvo inicialmente escondida en un cajón durante tres años, negándose a publicarla porque era demasiado terrorífica. Además, le traía algún recuerdo que no deseaba revivir. Pero un compromiso con la editorial, y la fe de su esposa en la novela, hizo que le escritor cediera y finalmente vio la luz con 33 semanas en la lista de ventas de The New York Times.

La cinta reseñada hoy aporta como novedad un gran diseño de producción, y a diferencia de la primera versión del año 1989, cuenta además con una buena secuenciación de imágenes y planos. Para ello, es imprescindible un cadencioso manejo de las cámaras para que dichos planos siempre estén bien realizados. Otra virtud es el buen equilibrio entre las escenas diurnas y nocturnas.

Quizás como punto más flojo cabría resaltar que paradójicamente la producción hace lo increíble creíble, pero lo mundano, y por lo tanto lo que no debería generar dudas, resulta cuanto menos cuestionable.

En este aspecto cabe destacar que la película se ha rodado en Montreal, aunque la historia se desarrolla en Maine. Esto es así porque encontraron una sinuosa carretera que separa las dos casas de los protagonistas. Sin desvelar nada importante, y aunque muchos sabrán que los atropellos tienen importancia en la historia, resulta muy complicado de creer que inmensos camiones circularan por la pequeña carretera secundaria que se ha elegido para la zona de rodaje.

Y es que King escribió esta historia basada en una experiencia real pero la carretera que se refleja en la novela era bastante más grande y mucho más transitada de lo que pudiera ser la zona de filmación. No es un detalle muy importante, pero chirría demasiado. Sin embargo, y en lo crucial de la narrativa, si cabe reflejar con notable acierto como los personajes representados si consiguen la credibilidad suficiente dentro de lo que es el género fantástico. Es decir, a pesar de que hay secuencias de resurrección, de hechos paranormales o de “apariciones”, todas ellas generan un fuerte suspense y están adaptadas con firmeza.

La película, y por encima incluso del cine de terror, nos habla de la familia como vemos en la imagen superior, Con ello, nos plantea una serie de interrogantes cómo pudieran ser: ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar para ver otra vez a tu hijo?, o ¿hasta dónde llegarías para proteger a tus hijos? o incluso, ¿matarías a un hijo para salvar al resto de la familia?

Por ello, la emoción humana pesa tanto en la película como los sustos o el terror. Respecto a las interpretaciones son planas pero correctas en los papeles asignados a los padres (Jason Clarke y Amy Seimetz).

Pero la verdadera estrella de la película es Jeté Laurence, que con su transformación en una una nueva niña del terror, deja el pabellón muy alto por lo que anotamos el nombre para seguir cualquiera que sea su próximo proyecto cinematográfico.

Por último, destacar una breve pero importante intervención de John Lithgow (serie Dexter), que da vida a un inquietante vecino que es el que guarda los oscuros secretos del cementerio de los animales.

En conclusión, esta nueva, y renovada versión de Cementerio de animales depara diversión asegurada para los amantes del género, unas gotitas de humor negro que harán reír al conjunto de la sala de cine y una apuesta segura para pasar una divertida noche de terror, y palomitas.


Nacionalidad: Estados Unidos.

Dirección: Dennis Widmyer y Kevin Kolsh.

Reparto: Jason Clarke, Amy Seimetz, John Lithgow, Jeté Laurence, Hugo Lavoie.

Guión: Dave Kajganich, Jeff Buhler.

Música: Christopher Young.

Fotografía: Laurie Rosie.

Duración: 120 minutos.

Estreno mundial: 5 de abril de 2019.


Autor: Miguel Pina



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