Todos somos homófobos: los doce comentarios que molestan a la comunidad LGTBI

Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia - 17 de mayo

Imagen de Sharon McCutcheon en Pixabay

Cerca del 6 % de la población europea pertenece al colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales e intersexuales (LGTBI), según el estudio realizado por la empresa especializada en estadística Dalia. España se sitúa en segundo lugar, con el 6,9 % de población LGTBI, precedida por Alemania, donde se da el mayor porcentaje, con el 7,4%.

Además, España es uno de los países donde más aceptada está la homosexualidad. En el informe The Global Divide on Homosexuality, elaborado por investigadores del Pew Research Center en 2013, se destaca que el 88 % de los españoles es amigable con los gais (gay-friendly).

Sin embargo, aún queda mucho por hacer. En 2017 en España se registraron 623 incidentes de odio contra personas debido a su orientación sexual o identidad de género, según el informe de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) titulado La cara oculta de la violencia hacia el colectivo LGTBI. Pero además de los delitos más graves, las personas LGTBI se enfrentan todos los días a reacciones homofóbicas que van más allá de las agresiones o los insultos. Son todas esas creencias aparentemente amables y paternalistas con la diversidad sexual, pero que esconden una homofobia latente. Son, de hecho, casi más peligrosas porque se llegan a emitir de forma bienintencionada.

Con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (17 de mayo), Maria Rodó, investigadora del grupo de investigación Género y TIC (GenTIC) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), y Maria Olivella, antropóloga, politóloga y coordinadora de la Unidad de Igualdad de la UOC, analizan esas frases aceptadas y catalogadas como «no ofensivas» y que estos colectivos escuchan a diario, «porque todos somos un poco homófobos, aunque no seamos conscientes de ello», dice Olivella.

  1. «¿Por qué no existe un día del orgullo hetero?»

Esta frase esconde un desconocimiento de la problemática LGTBI y una profunda homofobia. «Aunque se haya avanzado en visibilidad y derechos, aún queda mucho por reivindicar», afirma Maria Rodó. La cada vez mayor visibilidad del colectivo LGTBI ha conllevado un crecimiento de las actitudes homofóbicas. A pesar de que entre el 60 % y el 80 % de la violencia contra personas LGTBI no se denuncia, el estudio La cara oculta de la violencia hacia el colectivo LGTBI reveló que el número de delitos de odio e incidentes discriminatorios registrados en 2017 triplicó los del año anterior.

  1. «Yo tengo una amiga lesbiana, yo tengo un amigo trans…»

«¿Y…?», responde Olivella; «ni la orientación sexual ni el género definen la totalidad de una persona». Con este tipo de frases se quiere justificar comentarios o actitudes homofóbicas. «Es como decir que como tengo madre o novia no soy machista», añade Rodó. Tener amigos de orientaciones sexuales diferentes o que hayan cambiado de género no implica una falta de prejuicios sobre estos colectivos.

  1. «¿Quién es el chico (o chica) en vuestra relación?»

En una sociedad heteronormativa, explica Olivella, se da por supuesto que los hombres son masculinos y las mujeres son femeninas. Y estos hombres masculinos tienen relaciones con mujeres femeninas y al revés. Ciertas personas «cortocircuitan» cuando se rompe esa secuencia lógica. Así, en un esquema heteronormativo no puede haber una relación en la que no exista una de las partes, masculina o femenina, «algo que no tiene ningún sentido», dice.

Otro prejuicio a la inversa: «¿Por qué eres lesbiana si tu novia parece un chico?». Esta pregunta también se sustenta en esta concepción binaria de la sexualidad, explica María Rodó. «Que a una lesbiana le tenga que gustar una mujer muy femenina es una visión muy rígida», dice. Tampoco a los heterosexuales les gusta el mismo tipo de persona… Entonces, «¿por qué hay que reducir las opciones cuando hablamos de personas gais, lesbianas o bisexuales?».

  1. «¡Los gais son tan divertidos…!»

Los estereotipos sobre cómo ser gay o lesbiana también son discriminatorios. «Aunque la frase “los gays son superdivertidos” pueda decirse como piropo», destaca Rodó, «vuelve a denotar una visión normativa y excluyente». Un gay muy masculino o una lesbiana muy femenina rompe con esa secuencia lógica «a la que nos tiene acostumbrados la heteronormatividad», añade Olivella. Quien no se ajuste a estos estereotipos no encaja en los esquemas mentales y, por lo tanto, no es aceptado.

  1. «Esto es de maricas»

Otra consideración merece la palabra marica cuando se usa de forma peyorativa, en cuyo caso es obvia su connotación homofóbica. Además del consabido prejuicio que supone la generalización de un colectivo, Olivella denuncia que, en este contexto, se ridiculiza la condición de gay, se le achaca una masculinidad «deficiente e insuficiente».

  1. «No hace falta ir pregonándolo»

«La heterosexualidad se pregona todo el tiempo y en todas partes. No es cierto que la sexualidad se mantenga en el ámbito privado», dice Rodó. «Se muestra en los restaurantes, el día de San Valentín, al ir por la calle de la mano, cuando una persona da un beso a otra…» ¿Por qué no van a poder hacer lo mismo las personas del colectivo LGTBI?

  1. «No tengo nada en contra, pero…»

Los «peros» siempre intentan justificar cierto tipo de pensamientos, ideas, acciones, expresiones… Actualmente no es políticamente correcto expresar rechazo al colectivo LGTBI, así que el «pero» sirve de excusa: «Voy a decir algo discriminatorio y me vas a dejar hacerlo». Si después de la frase «no soy homófobo» se añade un «pero»… significa que sí lo eres.

  1. «Estás confundido, cuando madures decidirás»

Esta frase, que se dice en muchas ocasiones a jóvenes y adolescentes, y sobre todo a personas bisexuales o a aquellas que no se sienten representadas por su género, implica un profundo rechazo. Tener unas preferencias cambiantes, además, no significa estar confundido. De hecho, la identidad sexual cambia y evoluciona hasta la edad adulta, según un estudio publicado en el Journal of Sex Research. Los investigadores analizaron a 12.000 estudiantes y descubrieron que los cambios sustanciales en las atracciones, parejas e identidad sexual son comunes desde la adolescencia tardía hasta los veinte años, y durante la década de los veinte.

  1. «Ser gay o lesbiana vale, pero ser bisexual es vicio»

«Considerar vicio lo que es una opción sexual es claramente ofensivo», dice Rodó. Y además, «da a entender que a una persona bisexual siempre le falta algo», añade Olivella: «si a esa persona que en ese momento está con un hombre le faltaría una mujer, y viceversa», explica. Esta forma de pensar se basa en un arquetipo por el que las personas bisexuales tienen un perfil de personalidad inmadura y compulsiva. Este arquetipo contiene una gran bifobia dentro de sí mismo.

  1. «¿Cuál era tu nombre de nacimiento?» (a una persona transgénero)

Esta pregunta es ofensiva por muchas razones. Pero es que, además, obliga a la persona a hablar sobre un tema íntimo. Es una cuestión muy común y denota ese morbo social tan extendido por lo diferente. «Pedir el nombre de nacimiento a una persona trans denota negarle la identidad que ha escogido y negarle también el proceso de transición por el que ha luchado», dice la coordinadora de la Unidad de Igualdad de la UOC.

  1. «Si eres transexual, al menos no seas gay»

Cuando una persona cambia de sexo, no se le «permite» expresar su orientación sexual. Se vuelve a incurrir en la secuencia lógica de que si eres hombre te gustan las mujeres y al revés. Y si una persona ha cambiado de sexo, se le exige «ser coherente con él». «Pero la identidad de género y el deseo sexual no tienen nada que ver», explica Rodó. Esta visión rígida también «obliga» a las personas transexuales a transitar por los extremos y a no quedarse en opciones intermedias o tomar decisiones como no operarse, no hormonarse, etc.

  1. «¿Eres hermafrodita?» (a una persona intersexual)

El colectivo intersexual es el más invisibilizado y el que mayor incomprensión genera en la sociedad. Equiparar hermafroditismo con intersexualidad es muy común, a pesar de que no tiene nada que ver. El primer término se refiere a la presencia simultánea de ambos sexos y es una característica normal en algunas especies de animales y plantas, mientras que la intersexualidad es una combinación de características sexuales menos común y no encaja al 100 % en las clasificaciones de sexo varón o sexo hembra. Hay muchas variantes: personas que tienen órganos sexuales internos o genitales ambiguos; personas que tienen una combinación cromosómica que no es XY (masculina) ni XX (femenina), sino por ejemplo XXY; personas que nacen con genitales que aparentan ser totalmente masculinos o totalmente femeninos, pero sus órganos internos o las hormonas que segregan durante la pubertad no se corresponden con los de ese sexo. Se calcula que entre el 0,05 % y el 1,7% de la población es intersexual, según Naciones Unidas. Y no es un problema médico, «por lo que no debería obligarse a las familias a inscribir y criar a su hijo intersexual como hombre o como mujer, aunque ahora mismo en el Estado español solo cabe la posibilidad de inscribirnos como hombre o mujer en el Registro Civil», comenta Maria Olivella.



Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*