Sobre el mal, los males y los malos, III

Continuemos indagando sobre el mal. Si admitimos que no existe el mal, entonces tendremos que admitir que determinados actos que otras personas hacen sobre nosotros, o sufrimos, tampoco son males. Cuestión, que nadie admite en la teoría y en la práctica. Es decir, sufrimos una contradicción metafísica, nuestros actos son siempre buenos o son indiferentes moralmente, pero los actos que los demás hacen, sobre nosotros, esos si son unos buenos y otros malos, tengan los otros mayor grado de libertad o voluntad o responsabilidad…

– El mal o la maldad, puede ser natural, siguiendo a Kant, sea natural por eficiencia o por defecto, y al mismo tiempo, desde la metafísica o trascendencia o espiritualidad, de muchas religiones o del cristianismo, existir un Origen o Hacedor del Mal, que se denomina Tentador.

Es decir, el mal, puede tener diversos grados de eficiencia o causalidad, un mal humano, puramente humano, y un mal inspirado por el Tentador, y que el ser humano lo realiza.

Ya sé, que en estos tiempos, a lo sumo se admite lo primero, menos aún lo segundo. Pero respondiendo diríamos al “concepto de mal natural” de Kant, para abrir diríamos el entendimiento o comprensión del mal y de la maldad.

– Pero el problema hoy, es que hay que demostrar o razonar en muchos individuos que no son capaces de entender que existe el mal y lo malo, y lo bueno y el bien. Y que ambas realidades existen. Que no son invenciones de siglos de obscurantismo, sino que el siglo veinte, muestra y demuestra hasta la saciedad, la enorme cantidad de bien y de bondad que se ha realizado y materializado, y una enorme cantidad de mal y de males, que también han cristalizado en personas, situaciones, etc.

– O no he entendido el concepto de banalidad del mal o, y no estoy de acuerdo si lo he entendido… el mal o los males, no es banal, ni en sus orígenes, ni en sus consecuencias, ciertamente, otra cuestión, es por diversas razones, ideológicas, psicológicas, culturales, sociales, patologías, circunstancias, alguien, “realice un mal, y parezca que no le importa”. Lo que contaban, en una investigación policial en Chicago, por no volver siempre a la guerra mundial y a la postguerra mundial última, un año o dos después, la violencia y la contraviolencia.

Contaba en Chicago, que unos gángsteres estaban cenando tranquilamente, y en la habitación de al lado, colgados como cerdos, varias personas que acababan de asesinar.

Puede que esas personas sean psicópatas, en mayor o menor grado, que el bien y el mal, no son capaces de distinguirlo, y sea por razones económicas o de odio o ideologización o por fines o metas, pueden ser capaces de hacer el mal y continuar con su vida. Es decir, por la mañana asesinar a uno o mil personas, y por la tarde, jugar con su perro en su casa, acariciar a sus hijos, y oír música clásica. Pero aunque existan personas, que han realizado actos, semejantes a los que narramos, ayer y hoy y mañana, no por eso el mal es banal. Se interprete esta frase como se haga. Idea que ha recorrido la historia desde hace varias décadas. Creo que Arendt está equivocada… ¡O, yo, no he entendido el concepto…!

– Si yo mato o colaboro directamente en la muerte, o sugiero o defiendo la muerte de cien judíos, que no han hecho nada, cien niños o niñas que no han hecho, cien homosexuales que no han hecho nada, cien sacerdotes que no han hecho nada, o cien… equis, que el único delito es ser tal o cual cosa. Pero que incluso ese delito no está legislado en su código civil y penal. No solo estoy matando a cien personas o a una o a mil, sino que me estoy saltando una multitud de obligaciones y derechos morales. No solo estoy matando, estoy revocando leyes, normas morales, normas naturales, costumbres, códigos civiles, etc. No violento una ley moral, como a veces, se piensa, no matarás, sino que estoy conculcando, multitud de otros derechos y normas morales y sociales y jurídicas.

Y desde luego, ese acto, está teniendo consecuencias, sobre cientos o miles de generaciones. Porque asesino a un niño judío o una niña judía o gitana u homosexual o…, no solo estoy asesinando a ese niño, sino a las cientos de generaciones de ese niño o niña, que pueden nacer de ellas, en los próximos mil o diez mil o cien mil años próximos…

No estoy cometiendo un asesinato o solo un crimen, ni solo un tipo de mal moral, sino estoy cometiendo docenas de males morales graves, y afecta no solo a una persona, sino posiblemente a cientos o miles de personas, no solo en un momento, sino sus consecuencias, pueden ser durante siglos o milenios…

¿Dicho de una forma poética, cuántos genios, niños o niñas, que podrían haber sido, se quedaron en humo en los campos de exterminio, cuántos niños o niñas, que podrían haber llevado vidas normales y rutinarias, como usted o yo, se quedaron sin poner su tienda de comestible, o como arreglador de coches, o vendedor de seguros…?

¿Quizás, tanto que lamenta la muerte de su padre o de su madre, o de su hijo o de su hija, por tal o cual enfermedad, quizás, esa persona que su abuelo contribuyó a masacrar, los descendientes de esos niños de ese campo de concentración, habrían sido capaces de resolverla, y su nieto o nieta, es decir, el tataranieto del que quemaba en los crematorios, no permitió que viviesen?

¡Ciertamente, no es lo mismo la responsabilidad y la libertad, del que daba al botón del crematorio, como de las personas que movieron los hilos y mandaron que se hiciese…!

Por tanto, no justifiquemos el mal por la banalidad del mal, porque puede ser banal para el que participa en él, pero las consecuencias no lo son, ni para el que lo realiza, ni para el que lo sufre…


Jesús Millán Muñozhttp://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (09 julio-07 sept. 2019 cr).



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