Discurso de la presidenta de la Comunidad de Madrid en el acto de entrega a Rafael Nadal de la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo

Isabel Díaz Ayuso

La política colombiana Ingrid Betancourt estuvo durante más de seis años secuestrada por las FARC. La guerrilla le privó de lo más importante que tiene el ser humano: la Libertad. Durante su cautiverio sólo tenía acceso a un viejo transistor. Año tras año las retransmisiones de Roland Garros hablaban de un jovencísimo tenista español que a base de tesón se estaba convirtiendo en una estrella del deporte.

Ingrid Betancourt sólo podía escuchar los golpes de su raqueta y alguna breve declaración, pero en su corazón ya era un modelo de entrega y de resistencia. Un referente que le ayudó a resistir el secuestro. Pensó que aquél chico tenía que ser alguien muy especial y, según ella mismo explicó, llegó a sentir su energía a miles de kilómetros de París, en la selva colombiana.

En el año 2008 Ingrid Betancourt pudo por fin conocer personalmente a nuestro protagonista. Coincidieron en los Premios Príncipe de Asturias. Y se encontró con un joven que, según ella misma dijo, era “lo que nos gustaría que todos los jóvenes fueran: grandes, esforzados y humildes en su éxito”. Años después Ingrid Betancourt escribiría un libro en el que describía a Rafa Nadal como “un ángel” que la ayudó a mantenerse fuerte.

En este acto nos acompañan personas que pelean cada día por superarse y para los que, como le ocurrió a Betancourt, Nadal es una inspiración cotidiana. Está aquí presente una mujer valiente que después de una lesión medular se convirtió en triatleta. También hay hoy entre el público chicos con discapacidad intelectual que son modelos de superación. Uno de ellos se ha convertido en el portero más joven de su liga; otra es la mejor nadadora júnior de la Comunidad de Madrid. Personas que, a pesar de las limitaciones, saben que la constancia es el único camino seguro para lograr cualquier objetivo.

Constancia. En la vida hay poca gente que triunfe exclusivamente por su talento. El talento por sí sólo es un fogonazo. Puede deslumbrar durante un tiempo corto, pero es necesario que prenda para que se mantenga vivo. Y para que el talento prenda es necesario cultivar la actitud. Lo dijo Toni Nadal, el tío de Rafa y la persona que le entrenó durante muchos años: las habilidades físicas se pueden trabajar, pero todo está en la fortaleza mental.

Algo muy similar, aunque con otras palabras, dijo el Premio Nobel de Literatura Rudyard Kipling:

“La batalla de la vida no siempre la gana el hombre más fuerte, o el más ligero, porque tarde o temprano, el hombre que gana… es aquél que cree poder hacerlo”.
El deporte está lleno de ejemplos de niños prodigio que nunca llegaron a consolidarse. Rafa Nadal fue uno de los tenistas más precoces de la historia: ganó su primer grand slam (Roland Garros 2005) con 19 años recién cumplidos. Si siguió creciendo y venciendo a sus rivales fue por su fortaleza mental. Porque creyó que podía hacerlo. Y si hoy acumula 20 gran slams es precisamente por su actitud y su disciplina. Porque nunca ha caído en la auto complacencia y porque siempre ha sido consciente de sus limitaciones. Todos las tenemos.

Al principio de su carrera, Nadal alcanzó la final del torneo de Montecarlo. El rival era Roger Federer, en aquél momento en el apogeo de su carrera. El suizo llevaba años arrasando en las pistas de todo el mundo. Nadal le preguntó a su tío cómo veía el partido. La respuesta fue honesta y directa: “Lo tienes complicado: Federer tiene mejor drive que tú, mejor revés que tú, en la bolea es mucho mejor que la tuya, en el saque no hay color… y además tiene más experiencia”.

Toni Nadal no quiso engañar a Rafa porque entendía que el engaño duraría lo que tardara en saltar a la pista. Es la importancia de aceptar la realidad. También cuando la realidad no nos gusta. Porque el carácter se forja siendo consciente de las virtudes… pero también aceptando los obstáculos y las limitaciones. Y las limitaciones pueden presentarse en forma de lesiones, de dolores crónicos o en forma de un rival técnicamente superior.

Una vez Rafa supo cuál era la realidad a la que se iba a enfrentar en aquella final, su tío le dijo que si era capaz de jugar cada punto como si fuera el último, si era capaz de disputar ese partido como si le fuera la vida en ello, si ponía el alma, la ilusión y la vida en esa final, entonces tendría posibilidades de ganar. Y Rafa ganó aquella final. Y ya siempre llenó nuestros corazones de orgullo, de felicidad. Rafa, a cuánta gente, a cuántas personas has hecho feliz con tus victorias.

Un carácter como el de Nadal implica un enorme grado de autoexigencia. Implica no eludir responsabilidades, no buscar nunca excusas ni culpar a otros. En una ocasión, aún siendo júnior, Rafa perdió estrepitosamente contra un rival muy inferior. Al final del partido su tío se dio cuenta de que había jugado todo el encuentro con la raqueta rota. Y la respuesta de Rafa fue: “Estoy tan acostumbrado a tener yo siempre la culpa que pensé que el que fallaba era yo y no la raqueta”.

Queridos amigos,

Hoy la Comunidad de Madrid ha concedido a Rafael Nadal su máxima distinción, la Gran Cruz de la “Orden del Dos de Mayo” y lo hace como reconocimiento a su descomunal palmarés deportivo, pero también a sus méritos extraordinarios como persona.

Tenemos ante nosotros al mejor deportista español de todos los tiempos, pero también a un hombre lleno de valores: la superación frente a la adversidad, la perseverancia, el esfuerzo, la disciplina, el sacrificio, el respeto al rival y la humildad.

Alguien que, a pesar de ser una leyenda, jamás ha perdido la humanidad. Alguien que sigue viviendo en su municipio de siempre, con su gente de siempre y agradeciendo a la vida las oportunidades que le ha brindado.

Hasta en los momentos más duros Rafa ha tenido un exquisito respeto hacia sus rivales. Nunca le ha negado un autógrafo a un niño. Ni una fotografía.

“Rafa”. Así se te conoce por todo el mundo. Creo que eso da la medida del cariño que te tiene la gente, pero también de la humildad con la que has tratado siempre a todos. Te hemos visto achicando agua en las inundaciones de Mallorca, prestando tu imagen para todo tipo de causas solidarias, recaudando dinero para los damnificados por el coronavirus. Y sobre todo has creado una Fundación para construir escuelas para niños y ayudar a personas con discapacidad.

Antes de concluir quiero agradecerte una última cosa: que seas capaz de unir a todos los españoles alrededor de tu figura. Millones de personas de todos los rincones de nuestro país y que jamás han empuñado una raqueta vibran de emoción con tus gestas. Muchos no saben de tenis, pero sí que el de la cinta en la cabeza es el nuestro y se llama Rafa. Y que con cada lágrima con el Himno y la bandera de España, millones de españoles han llorado contigo.

Gracias por pasear el nombre de España por el mundo y por vincularnos a todos con el éxito y con el talento. El orgullo que sientes por tu país nos recuerda que los españoles, cuando nos lo proponemos, somos únicos.

Que somos una gran nación capaz de dar hombres y mujeres extraordinarios.

Gracias, Rafa. En Madrid y en el resto de España te queremos.


Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid

 



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