Federico Supervielle: “España acaba de botar el primer submarino diseñado y construido aquí, algo al alcance de menos de 10 países en el mundo»

Autor de 'El submarino del narco'

Por Eva Fraile

Natural de El Puerto de Santa María, Cádiz, Federico Supervielle Bergés es un auténtico trotamundos. Quizá el único requisito de verdad constante a lo largo de su vida es que odia vivir lejos del mar, al que ama tanto que le ha consagrado hasta su profesión: marino de guerra de la Armada española. No ha parado de escribir desde que un día sintió la inspiración para crear las aventuras de su Albatros, el único barco de guerra privado del mundo, y ahora presenta El submarino del narco, novela con la que participa en el Premio Literario Amazon Storyteller 2021, donde sin duda ya es una atractiva propuesta literaria como uno de los pocos thrillers militares del certamen.

¿Cómo llegó a tu vida el gusanillo de la escritura?

No sabría decirlo con exactitud. Siempre he sido un lector ávido, pero nunca me había planteado escribir. Tras una experiencia como alumno de la escala de oficiales de la Armada, en la que conocí un barco muy moderno preparándose para ir a luchar contra los piratas en Somalia, me pareció que podía inspirar una historia digna de leer y me puse a escribirla.

No hay muchos libros que traten la temática de El submarino del narco, y menos escritos por un profesional de las Fuerzas Armadas, ¿a qué crees que se debe?

Supongo que a varias cosas. En primer lugar, los narcosubmarinos son un tema bastante desconocido por el público en general, pero también por muchos de los que nos dedicamos a estas cosas. Es un asunto del que no es fácil encontrar información para documentarse y poder escribir con cierta seguridad sobre el tema. Y en cuanto a los profesionales de las Fuerzas Armadas, hay más escritores de lo que uno podría pensar, pero aun así no pueden ser muchos: nuestro trabajo es demandante y solo unos pocos estamos tan locos como para dedicarle gran parte de nuestro tiempo libre a esta afición.

Participas en el Premio Amazon, ¿cómo está siendo la experiencia de autopublicación?

Siempre he autopublicado y estoy muy contento. Mantener un control absoluto de las cosas que hago es parte de mi personalidad y eso es algo que la autopublicación te permite hacer. Me encanta saber cuánto vendo día a día, para así averiguar qué acciones de promoción son más eficaces. Es un lujo poder actualizar el manuscrito, la portada o la descripción del libro cuando quiera, y poder ajustar el precio a mis necesidades cada vez que me haga falta. Contratando algunos servicios (corrección, maquetación y portada, al menos), no creo que tenga nada que envidiar a publicar con editorial; al contrario.

¿Es difícil para alguien que viene de tu ámbito encontrar nicho de mercado para sus libros?

No sabría decirlo con certeza, ya que no sé cómo de fácil es en otros géneros. En mi caso, no existe una gran tradición, y menos en España, de thrillers militares. Esto significa que es más difícil encontrar lectores, pero también es verdad que, los que quieran leer libros de esa temática, enseguida se atreven con los míos, quizás por falta de opciones. En este sentido, me ha ayudado mucho crear un blog en el que escribo de temática naval y militar, y me consta que muchos lectores me han descubierto por ahí. Ahora mi reto es llegar a gente más ajena al género, algo que llevo haciendo alrededor de un año, pero en lo que quiero profundizar.

El protagonista de El submarino del narco, y que da nombre a la saga, es el Albatros, que es el único buque de guerra privado del mundo. ¿En el futuro la guerra la harán empresas privadas?

Hay quien diría que el monopolio del uso de la fuerza por los Estados es una excepción y no la norma. Si volvemos unos siglos atrás, a antes de la creación del Estado moderno, los ejércitos estaban en manos de particulares, que los ponían a disposición de los gobernantes a cambio de dinero, influencia o por contratos sociales. Algunos analistas apuntan a que estamos viviendo la debilitación del Estado y podríamos volver a un sistema similar. Yo no me atrevo a sacar la bola de cristal, pero sí que es cierto que en conflictos terrestres es cada vez más habitual encontrar empresas de seguridad privada que podrían entrar dentro de la categoría de mercenarios. En la mar es un poco más difícil, pero puede que lo acabemos viendo también.

El narcotráfico mueve muchísimo dinero e incluso controla países enteros. En tus libros cuentas cómo tienen la capacidad de hacerse con armamento de primera categoría. ¿Cuánto poder tienen en España?

Es difícil decirlo. Sabemos que las costas andaluzas son el punto de entrada de la droga que viene de Marruecos, y los narcos gallegos son casi una tradición. Hace dos años llegaba un narcosubmarino enorme a las costas de Galicia, con lo que podemos imaginar cómo importan, al menos, parte de su mercancía. En cuanto al poder que tienen, está claro que está muy lejos del que ostentan algunas organizaciones en los conocidos como «narcoestados», pero en España y a través de España se mueve muchísima droga, así que, evidentemente, tiene que haber organizaciones criminales con mucho poder en nuestro país.

Tienes un blog en el que hablas, entre otras cosas, de tecnología militar, y es muy interesante porque, seguramente, la mayoría de lectores desconocen bastante este tema. ¿Qué nivel tiene la tecnología armamentística española?

Yo diría que es un nivel bastante alto. Por relacionarlo con el tema del libro, España acaba de botar el primer submarino diseñado y construido aquí. Eso está al alcance de menos de diez países en el mundo. También hemos exportado barcos a Noruega, Australia o Turquía. Precisamente, en los libros, el barco en el que navegan los protagonistas es también un diseño español. Los Buques de Acción Marítima no se han exportado, pero, en la novela, Portugal le compra dos a España y, cuando no los puede pagar por la crisis, una empresa privada se hace con uno de ellos, dando pie a la historia.

Además de marino y escritor, eres muy deportista: surf, buceo… El mar es fundamental en tu vida, por lo que veo.

Sí, sin duda. Supongo que puedo decir que en mi familia hay cierta tradición marinera y, por ejemplo, a los cinco años ya estaba aprendiendo a navegar a vela. Tengo el pequeño problema de que me gustan todos los deportes que pruebo, pero es verdad que los acuáticos suelen ser de mis favoritos. He vivido en muchos sitios distintos, primero por el trabajo de mi padre y luego por el mío, y la verdad es que odio vivir lejos del mar.



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