Urgen donaciones para ayudar a más de 2 millones de niños en España y 350 millones en el mundo en situación de pobreza

Foto de Aldeas Infantiles SOS

En España hay 2,3 millones de niños que viven en la pobreza o en riesgo de exclusión social, según ha puesto de manifiesto recientemente el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil promovido por la presidencia del Gobierno para impulsar políticas y alianzas sociales para tratar de erradicarla. Se trata de una cifra altamente preocupante, máxime si tenemos en cuenta que el nuestro es un país económicamente desarrollado, de modo que toda su población infantil debería tener garantizada una protección básica, tal y como establece la Convención sobre los Derechos del niño cuya aprobación por Naciones Unidas en 1989 se celebra mundialmente desde entonces cada 20 de noviembre.

La situación se agrava además en las grandes ciudades ya que más de un millón de los niños que sufren pobreza infantil residen en zonas altamente pobladas. Las circunstancias de todos ellos han empeorado notablemente además tras la emergencia sanitaria, siendo en la actualidad mucho mayor que antes de la misma el número de familias que se están acogiendo a los programas de ayuda de organizaciones como Aldeas Infantiles SOS, que  atiende a casi 11.000 niños y niñas en situación de vulnerabilidad  en nuestro país.

Para poder atender a la demanda de niños, jóvenes y familias que cada día solicitan su ayuda, necesita de manera urgente el apoyo de personas solidarias y empáticas, comprometidas con el bienestar de la infancia. Al igual que lo está Aldeas Infantiles SOS desde hace más de 50 años que lleva trabajando en nuestro país, y más de 70 años el tiempo que lleva prestando atención y cuidados a  la infancia vulnerable en todo el mundo.

Y es que la citada ONG es una organización internacional, privada, de ayuda a la infancia, sin ánimo de lucro, interconfesional e independiente de toda orientación política, centrándose su labor en el desarrollo del niño hasta que llega a ser una persona autosuficiente e integrada en la sociedad. Su marco de actuación se articula en torno a la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y las Directrices de Naciones Unidas sobre las Modalidades Alternativas de Cuidado de los Niños.

Foto de Aldeas Infantiles SOS

Si tenemos en cuenta el número total de niños existente en España, alrededor del 30% de la población infantil española se encuentra en situación de pobreza, figurando entre las principales consecuencias para los niños en dicha situación una alimentación insuficiente, falta de acceso a la educación en igualdad de condiciones que el resto de niños (en nuestro país la red de centros educativos públicos garantizan la asistencia a la escuela pero no al material escolar, al transporte y al comedor), fracaso escolar y exclusión social.

Evidentemente, los datos de pobreza infantil en España son más que preocupantes pero, si los extrapolamos al resto de países del planeta, la situación podría tildarse de alarmante y hasta de dramática, ya que son más de 350 millones de niños los que viven en la pobreza en el mundo, residiendo principalmente los mismos en zonas de África y Asia. Adicionalmente, al daño causado por la pandemia ocasionada por el Covid-19 cabe sumar en los últimos años los acontecimientos derivados de las guerras de Siria, Afganistán o Egipto, que van a empeorar aún más si cabe los datos.

Por otra parte, 1 de cada 6 niños vive en la pobreza extrema, según los expertos, lo que significa que son más niños que adultos los que están viviendo esta situación, que puede tener un efecto muy negativo a largo plazo, ya que salir de la pobreza habiendo nacido en ella resulta extremadamente difícil. Por ello urge que los países diseñen planes y realicen esfuerzos económicos y sociales que superen las acciones que hoy día están acometiendo con el fin de proteger a la infancia para poder crear oportunidades de cara al futuro.

Y es que además del derecho a recibir alimentos y a tener ropa y un techo bajo el que cobijarse, todos los niños tienen derecho a recibir una educación, a disfrutar de una vida social y a construir su propio futuro. Este derecho es esencial para su desarrollo económico, social y cultural. De ellos depende además la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones. En definitiva, de la civilización humana.



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