La procesionaria se extiende por 65.000 hectáreas de pinar en la región

Este insecto vive un aumento de su población en los últimos años debido a los otoños cálidos y secos, que les son muy favorables

La Comunidad de Madrid está controlando de manera
específica el estado poblacional de la procesionaria del pino a través de la revisión
de los 570 rodales establecidos por los técnicos de la Dirección General de
Biodiversidad y Recursos Naturales de la Consejería de Medio Ambiente,
Vivienda y Agricultura, que se une al trabajo del Cuerpo de Agentes Forestales
del Gobierno regional, que cubren las 65.000 hectáreas de pinar de la región.

Ambos cuerpos profesionales realizan un seguimiento y acometen actuaciones
contra la procesionaria durante todo el año, aunque es en esta época del año
cuando se intensifican dichas labores para tener una fotografía fija y completa de
las zonas más afectadas a principios de abril para poder atajarlas.

En un primer paso, son los agentes forestales quienes se encargan de rellenar
los formularios para estimar la situación de este insecto en cada zona delimitada.
A continuación, los técnicos de Medio Ambiente analizan los resultados recogidos
y determinan el tipo de actuación a realizar.

Desde 2015 se ha podido observar un incremento de su población en varias zonas
del centro y norte de la Comunidad de Madrid, debido principalmente a unas
condiciones meteorológicas más cálidas y secas durante el otoño y el invierno,
que les son muy favorables. Mientras hace 40 años era muy difícil encontrar
colonias de procesionaria por encima de los 1.000-1.500 metros de altitud, ahora
se ha detectado su presencia en cualquier cota de la región donde haya masas
de pinar.

TRAMPEO DE FEROMONAS

La Comunidad de Madrid utiliza técnicas naturales y respetuosas con el medio
ambiente para su eliminación sobre los parámetros de una normativa que
establece un marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los
productos fitosanitarios, promoviendo la gestión integrada de plagas con técnicas
alternativas, así como como el uso de medios de control no químicos. La actual
legislación europea y nacional impide los tratamientos aéreos, salvo en
situaciones muy concretas y excepcionales.

La mayoría de las actuaciones que realizan los técnicos se basan en la colocación
de trampas de feromonas para capturar a los machos adultos y evitar que las
hembras queden fecundadas. También se han reforzado métodos de control para
fomentar la presencia de los depredadores naturales de las orugas, como las aves
insectívoras y los murciélagos, en las zonas donde suelen encontrarse.

Cuando las poblaciones son más altas y no ha sido posible mantenerlas en unos
niveles de equilibrio con la realización de las técnicas anteriores, se evalúa la
necesidad de utilizar insecticidas. Si se trata de zonas pequeñas, con amplio uso
recreativo y en las proximidades de zonas sensibles, como cercanía a cascos
urbanos o centros educativos, se recurre a la técnica de la endoterapia.

Este sistema consiste en inyectar pequeñas cantidades de insecticidas mediante
perforaciones en el tronco. El líquido se esparce por todo el árbol y se acumula
en las hojas de los pinos, la zona que atacan estas orugas, consiguiendo así evitar
que los dañen. En el caso de zonas más grandes, se recurre a la aplicación de
insecticidas biológicos mediante pulverización con un cañón atomizador montado
sobre un vehículo todoterreno.



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