Expertos explican por qué el hambre hace ‘cabrear’ a la gente

Mecanismo central del hambre

Imagen: Pixabay

Por Ana González

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El hambre en realidad puede hacer que una persona se sienta enojada, según confirmaron expertos de la Universidad Anglia Ruskin en el Reino Unido. Hablaron de esto en un artículo en la revista PLOS ONE. Muchas personas experimentan irritabilidad durante el hambre, en inglés incluso hay un término: “hangry”, que significa tanto una persona enojada como hambrienta.

Sin embargo, desde un punto de vista científico, esta relación aún no ha sido estudiada. Los especialistas seleccionaron a 64 participantes adultos de Europa Central. Los investigadores registraron los niveles de hambre diarios y los indicadores emocionales de los sujetos durante 21 días.

Los participantes debían registrar cinco veces al día el nivel de hambre y las emociones que experimentaban en paralelo a esto. Para ello, se desarrolló una aplicación especial para teléfonos inteligentes.

Los datos recopilados permitieron comprender cómo los indicadores se ven afectados por circunstancias externas, en particular, el trabajo en la oficina o desde el hogar. Los resultados del análisis mostraron que una persona hambrienta tiende a experimentar ira e irritabilidad intensas, y también experimenta menos placer.

El efecto fue el mismo para todos los participantes, independientemente de la edad, el sexo, el índice de masa corporal y los hábitos alimentarios. El estudio también mostró que las emociones negativas son causadas tanto por las fluctuaciones diarias en el hambre como por los niveles residuales de hambre, que persiste durante algún tiempo después de comer.

‘Aunque nuestro estudio no brinda formas de mitigar las emociones negativas causadas por el hambre, los datos muestran que la capacidad de comprender sus emociones puede ayudar a las personas a regular su condición. Es decir, es importante reconocer que nuestra irritabilidad no se debe a circunstancias externas, sino simplemente al hecho de que tenemos hambre. Por lo tanto, podremos controlar las emociones negativas y prevenirlas’, explicó el profesor Viren Swamy, autor principal del estudio.

Mecanismo central del hambre

La sensación de hambre se basa en la actividad eléctrica de ciertas estructuras nerviosas. Los fisiólogos han llegado a esta conclusión durante muchos años. El investigador indio B. Anand descubrió estructuras en el diencéfalo responsables del desarrollo del hambre.

Usando el método de implantación de microelectrodos en el cerebro, B. Anand demostró que en la región del hipotálamo lateral hay una acumulación de neuronas, cuya actividad eléctrica provoca una sensación de hambre en los animales, según señalan S.S. Enríquez, K.G.A. Macías, y M.E.G. Hita, en su trabajo ‘Regulación neuroendócrina del hambre, la saciedad y mantenimiento del balance energético‘.

Incluso un animal bien alimentado, con estimulación eléctrica de esta sección del hipotálamo, comienza a buscar comida y a comerla sin control. Este núcleo es conocido como “centro del hambre”. La irritación de la zona ventromedial del hipotálamo inhibe la conducta alimentaria, lo que indica la existencia de un “centro de saturación”.

La presencia tanto del centro del hambre como del centro de saturación fue confirmada por experimentos con la destrucción de secciones del hipotálamo. La estimulación eléctrica y el daño a la misma parte del cerebro tienen una manifestación conductual directamente opuesta.

Los estudios más completos de este tipo se han llevado a cabo en ratas de laboratorio. La destrucción en ratas de las secciones mediales y los núcleos ventromediales del hipotálamo conduce al desarrollo de hiperfagia: ingesta descontrolada de alimentos debido al hambre insaciable.

Los animales operados ganan peso rápidamente debido a la obesidad. La destrucción de las regiones cerebrales laterales al centro de hambre indicado se acompaña de consecuencias directamente opuestas.

En los animales, se produce una indiferencia total hacia los alimentos (afagia), incluso después de una inanición prolongada. Tales animales están condenados. Mueren de agotamiento, a pesar de la constante disponibilidad de comida en su jaula.

No hay razón para hablar de relaciones recíprocas entre el centro del hambre y el centro de la saturación. Esto se evidencia por la estimulación simultánea de ambos centros por la corriente eléctrica.

La conducta alimentaria durante la estimulación eléctrica y la estimulación quirúrgica de los núcleos del hipotálamo tiene algunas diferencias en la dirección biológica de las reacciones provocadas. Así, la destrucción del centro del hambre exacerba las sensaciones gustativas.

La estimulación eléctrica no cambia la sensibilidad de los animales a los estímulos gustativos. Los animales pierden interés en la calidad de los alimentos. Además del hipotálamo, otras estructuras cerebrales también están involucradas en la formación de la conducta alimentaria.

Según los expertos un estado de hambre se acompaña de un aumento en la actividad eléctrica del cerebro anterior y las estructuras del sistema límbico. La afagia se observa en animales después de la destrucción del globo pálido, el núcleo rojo, el tegmento del mesencéfalo, la sustancia negra, las amígdalas y los lóbulos temporales de la corteza cerebral.

La hiperfagia se modela destruyendo los lóbulos frontales de la corteza, el tálamo y parte de la formación reticular del tronco encefálico. Así, la regulación central del hambre y la saciedad es un sistema multinivel.



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