Luis Buñuel se convirtió en el primer español en alzarse con el León de Oro (Venecia 1967) gracias a su onírica cinta de culto sobre masoquismo y oscuras fantasías: un escandaloso y sofisticado sueño erótico que combina la alta costura y el fetichismo sexual.
La clásica modernidad de Yves Saint Laurent se refleja en la icónica Séverine, esa burguesa chic asilvestrada y solo disponible entre las 2 y las 5 de la tarde. El vestuario de Catherine Deneuve, con ese frágil y perfecto equilibrio entre el recatado vestuario lady y una audaz lencería sexy, sigue imponiendo tendencia, por fuera y por dentro, medio siglo después de su estreno.
Yves Saint Laurent y su leal zapatero, el desaparecido y ahora famoso Roger Vivier, fueron los responsables del estilo de la gran estrella del cine francés en su rol de mujer infiel, desatada y liberada. Éste fue además el comienzo formal de la estrecha relación entre Saint Laurent y Deneuve: musa y creador estuvieron vinculados, personal y laboralmente, hasta la desaparición del diseñador en el año 2008.
Sobre la pasarela cinematográfica: De un largo a la rodilla, rígidos vestidos negros con cuello y puños blancos; vestidos camiseros con lazada al cuello; abrigos entallados, cosidos casi sobre el cuerpo de la diva gala; y una larga colección de prendas que inspiraron, y siguen haciéndolo, a las grandes casas de moda. Imposible dejarse en el armario los guantes de cuero marrón, las gafas de concha y los zapatos de hebilla cuadrada, el modelo “pilgrim”, creación de Roger Vivier para la película. Y tal es el efecto Bella de Día en la estética contemporánea que, incluso, el título de la cinta ha dado nombre a una barra de labios de François Nars: la barra de labios nude más discretamente atrevida.
El discreto encanto de Séverine: icono de la liberación sexual que marcaría para siempre la carrera de Deneuve. Desnuda, azotada, en un ataúd, violada y hasta recubierta de excrementos de vaca. Sadismo, masoquismo, voyerismo, fetichismo… Buñuel libera sus pasiones en un descenso a lo más íntimo de nuestra naturaleza humana, esa que conjuga el escaparate social con nuestros deseos más recónditos. Una dicotomía que convierte a Belle de Jour en una obra maestra tan exquisita en su forma como incomoda de ver
ENTRADAS A LA VENTA:
incluye consumición Jameson Irish Whiskey
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