Mensaje de Fin de Año de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso

OPINIÓN

Isabel Díaz Ayuso

31 de diciembre de 2020

Buenas noches desde el monumento a la Libertad, en Móstoles,
la segunda ciudad más poblada de la Comunidad de Madrid.

El conjunto escultórico que tengo detrás de mí -y que fue
inaugurado por sus majestades los Reyes Don Juan Carlos y Doña
Sofía- representa los cuatro principios de la libertad ciudadana, lo que
garantiza nuestra estabilidad y seguridad.

Son: la Igualdad, la Democracia, la Justicia y la Convivencia.
Este año que acaba ha sido el del dolor y la incertidumbre, el
año en que hemos luchado por la vida y la libertad.

El 2021 esperamos que sea el año del trabajo y la esperanza,
en el que juntos haremos lo imposible para recuperar la prosperidad
que teníamos antes de la pandemia, para seguir viviendo abierta y
libremente. Nuestras esperanzas están puestas en los meses a partir
de la primavera del nuevo año, y sabremos estar a la altura. Hasta
entonces, seamos aún prudentes y sigamos luchando.

Hoy pienso especialmente en los que estarán cenando solos, o
junto al hueco que ha dejado un ser querido, imposible de llenar; en
nuestros abuelos y padres que ya no están. En los que acaban de
cerrar su negocio de toda una vida, en los que dudan si podrán seguir
subiendo la persiana del suyo cada mañana; en los autónomos, que
afrontan subidas de cuotas mientras acumulan facturas y promesas
sin cumplir al tiempo que hacen malabares para atender a sus
clientes; en los menores de 25 años, que sufren niveles de paro
cercanos al 40%.

Y, sí, me preocupan la Cañada Real, o los menores no
acompañados, pero no para instrumentalizarlos políticamente, sino
que me preocupa el problema en su integridad: las vidas en juego, la
pobreza, la educación, los delitos, los ciudadanos afectados dentro y
fuera.

Porque, si algo hemos aprendido este año, es lo que vale una
vida humana hasta sus últimos momentos, a preservar su dignidad
incluso tras la muerte: por eso nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos
de Seguridad acompañaron a nuestros muertos, en nombre de sus
familiares, como ocurrió en el Palacio de Hielo de Madrid y el de
Majadahonda, durante las peores noches de la pandemia.

Hemos aprendido el valor de los héroes, que usan batas,
fonendos, pizarras, escobas, palés de mercancías, o cajas
registradoras. Que los hay de cualquier edad y condición. En el
homenaje a los héroes del 2 de mayo, recordé a Tomás y María del
Carmen, matrimonio de farmacéuticos de Leganés, novios desde la
facultad, que no quisieron abandonar a sus clientes, y fallecieron,
víctimas del coronavirus, con tres días de diferencia.

O a José María, taxista de Alcorcón, que llevaba gratis a sus
clientes al Ramón y Cajal, y a quien los sanitarios rindieron un
homenaje e hicieron regalos. Las historias son incontables, desde
los alcaldes de los pueblos pequeños, como el de Garganta de
Montes, Juan Carlos Carretero, o Eduardo Burgos, alcalde
de Torrelaguna, que supieron asistir personalmente a sus
conciudadanos, con cariño, entrega e imaginación…

Para cada uno de nosotros los actos cotidianos se han revelado
en toda su importancia esencial para que la vida entera sea posible, y
ya nadie podrá mirar igual a reponedores, transportistas, cajeros,
taxistas, conductores de Metro y autobuses, empleados de funerarias,
limpiadores…

Por primera vez se le ha puesto a un hospital, el Zendal, el
nombre de una enfermera. Hoy más que nunca sabemos valorar el
trabajo de los maestros y profesores, de los directores de colegios e
institutos, la labor de las universidades, y a los artistas. Ahora
entendemos mejor lo impagable de tener un cuerpo de funcionarios
que mantenga las instituciones en marcha.

Todos nos han dado una lección de humanidad. Especialmente
los niños, con su valentía y su aprender a vivir en mitad de la
dificultad. Si ya se lo debíamos todo por ser niños, ahora además les
debemos admiración.

Permítanme que comparta con ustedes la experiencia de ser
presidenta de una Comunidad con más de seis millones de almas en
un momento de la historia como este: es una permanente lección de
humildad, un reto y una ilusión que no decae si se tiene verdadera
vocación de servicio público.

Porque no se trata de acaparar poder y rehuir de las
responsabilidades que ese poder conlleva. Trabajamos para los
ciudadanos y no al revés.

En la Comunidad de Madrid queremos gobernar con la menor
intromisión posible en las vidas de nuestros gobernados, confiando en
su criterio, en la colaboración público-privada. Pero no vamos a
desertar de nuestras obligaciones, ni vamos a dejar de dar la cara
nunca.

Por eso Madrid ha sido la primera en reaccionar ante la
pandemia, con numerosas iniciativas que fueron criticadas y objeto de
burlas, para, a los pocos meses, quizá cuando ya era tarde para otros,
copiarlas punto por punto.

Madrid fue la primera en cerrar, la que primero presentó un plan
educativo -que ha sido, además, un éxito-, la primera en abrir un
hospital de emergencias en tiempo récord, la primera en colaborar
con el Gobierno central, pero también la que ha sido crítica cuando no
se ha defendido la Constitución española, que se ha querido cambiar
por la puerta de atrás.

Desde que en 1983 nace humildemente la Comunidad de
Madrid, sin ser la primera economía de España, ni la más dinámica o
creativa entonces, hemos marcado hitos en construcción de
hospitales (12 más ahora el Zendal), en crecimiento económico (con
el PIB más alto del país), en atracción de la inversión extranjera (más
del 80%), en crecimiento y transformación del turismo de calidad, en
declaración de zonas protegidas (el 50% de nuestro territorio lo está),
en reducción del paro, de la economía sumergida (tenemos el
porcentaje más bajo del país), en alcanzar la mayor libertad y calidad
educativa, o en promover el transporte público. Aquí tenemos el caso
del metro, clave para el desarrollo de la región, la igualdad de
oportunidades, la distribución de la riqueza, y motor económico y de
libertad.

Es paradigmático: de tener 100 km en 1983, hemos casi
triplicado hasta los 294 km y 330 estaciones en la actualidad, y
nuestro Gobierno tiene proyectadas las ampliaciones de la línea 3
para que llegue a Metrosur, y de la línea 11, que conectará los barrios
del sur con los intercambiadores más importantes.

Este año hemos impulsado la Ley de garantía de la unidad de
mercado, con la que hacemos España: reconocerá licencias y
titulaciones de cualquier rincón del país, permitiendo que los
empresarios que vengan a Madrid desde otras regiones lo hagan con
total libertad y respaldo administrativo. Presentaremos próximamente
la llegada de la fibra óptica a todos los municipios rurales, y así
mantedremos el objetivo de que Madrid sea la Comunidad mejor
digitalizada de Europa; han comenzado las obras del proyecto Arco
Verde, un anillo completo de fauna y vegetación de 200 kilómetros
que conectará 26 municipios para disfrutar de la Naturaleza y
conectar, por ejemplo, el el Parque Nacional de la Sierra de
Guadarrama con Alcobendas, Majadahonda, Fuenlabrada o San
Fernando de Henares.

El nuevo Programa de Inversión Regional nos permitirá realizar
importantes inversiones en los municipios de toda la región en los
próximos 5 años, y además, el proyecto más ambicioso del sur de
Europa en los próximos años cogerá gran velocidad: Madrid Nuevo
Norte.

Madrid es, para todos, la región a la que venir a estudiar o a
buscar una segunda oportunidad, incluso la libertad perdida.
Planeamos que este año Madrid se convierta en la capital del
español en Europa, porque la lengua española es el puente que nos
une con 600 millones de hablantes, y es nuestro más valioso
patrimonio. La cultura hecha en español nos pertenece a todos y
debemos difundirla y protegerla.

Nuestra comunidad se ha convertido en el centro español de las
artes y del mundo del espectáculo, con creciente número de
productoras audiovisuales que vienen a establecer aquí su sede.
La Comunidad de Madrid es hoy sinónimo de libertad, servicios
públicos, impuestos relativamente bajos, seguridad jurídica, vocación
española, europea e hispanoamericana, innovación, creatividad,
patrimonio histórico, artístico y natural, de excelencia educativa.
De esto podemos estar orgullosos todos.

Este año, la visión de las calles vacías de Fuenlabrada, Alcalá
de Henares, Leganés, Getafe, Alcorcón, Torrejón, Parla, Alcobendas,
Las Rozas o Madrid capital, nos ha hecho pensar que todo estaba en
peligro, hemos descubierto lo vulnerables pero también lo fuertes que
podemos llegar a ser como personas.

Un vallecano de 72 años, don Nicanor, ha sido el primero en
vacunarse estos días. Este será el año de la esperanza. Madrid
seguirá a la cabeza, y sobre todo estará al servicio de España, será el
motor de nuestra economía; seguiremos siendo una Comunidad
solidaria, la que más aporta al fondo de financiación de las
Comunidades autónomas, la segunda casa de todos y la primera en la
lucha por la Constitución y la libertad.

En el monumento que tengo a mis espaldas, el monumento a la
libertad, se leen estas palabras: “No hay fuerzas que prevalezcan
contra quien es leal y valiente como los españoles”.

Desde Móstoles, desde este sur de Madrid, leal, valiente y
luchador, ejemplar este año como lo ha sido toda su historia, mis
mejores deseos para el nuevo año a cada uno de los que
compartimos esta región que tanto nos gusta.

Feliz Año Nuevo.



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