Los Luchana estrenan cuatro obras dirigidas por Alfonso Lara, Andreu Castro, Gaspar de La Zaranda y Cecilia Geijo

El maestro Juan Martínez que estaba allí

El I Certamen Nacional de Artes Escénicas de Teatros Luchana estrena cuatro montajes en agosto: ‘El maestro Juan Martínez que estaba allí’ (10, 11 y 12), dirigido por Alfonso Lara y producido por la compañía madrileña Coart+e. ‘La mar de lejos’ (10 y 11), producción de la jerezana Tras el trapo teatro, con dirección de Gaspar de la Zaranda; ‘El buen hijo’ (11 y 12), coproducción madrileño-extremeña dirigida por Cecilia Geijo; y ‘Bajo la sombra de Peter’ (18-19 y 25-26), esperado debut del cineasta catalán Andreu Castro.

Principio del final: ‘Bajo la sombra de Peter’. Andreu Castro escribe y dirige la versión teatral de su cortometraje homónimo. Su ópera prima reflexiona sobre la necesidad de soñar: puerta de salida de una infancia oscura. En este País de Nunca Jamás los niños se pasan el día trapicheando por las calles. María Casal y Pablo Quijano dialogan entre los sueños y la cruda realidad.

El popular actor televisivo Alfonso Lara también versiona y protagoniza ‘El maestro Juan Martínez que estaba allí’, adaptación de la novela homónima del sevillano Manuel Chaves Nogales. Bajo un ritmo trepidante, ocho actores interpretan a más de 50 personajes: Pepa Rus, Pepe Lorente, Piñaki Gómez, Micaela Quesada, Pablo Rivero Madriñán, Eva Boucherite y Rosa Fernández Cruz.

Tras girar por Paris y Constantinopla, la pareja de bailaores Juan Martínez y Sole se queda atrapada en plena Revolución de Octubre. Para sobrevivir entre San Petersburgo, Moscú y Kiev, se hacen pasar por burgueses, judíos y bolcheviques, trabajan para unos y otros, anteponen su propia historia al sangriento monstruo que les engulle, siempre con el humor por bandera.

La mar de lejos / El buen hijo

‘La mar de lejos’, o miseria [metáfora] de una vida sin rumbo. Azulada en plena noche, una fría estación simboliza el naufragio de dos mujeres a cuestas con su salvavidas. Fantasmas de un atemporal cuento de posguerra, vagabundas, emigrantes sin papeles, refugiadas, siempre errantes, maletas de recuerdos, su tren vuelve a pasar de largo. Ana Oliva y María Duarte deambulan en tierra de nadie, bucle donde toda esperanza se ahoga. Alegoría de Javier Padilla.

Pilar G. Almansa firma ‘El buen hijo’, cruento viaje al corazón de las tinieblas, donde enraízan los renglones torcidos, psicología del bien y el mal. Un violador (Domingo Cruz) acude a terapia en prisión. Cada día la psicóloga (Rosa Merás) va destramando la malla de prejuicios que el entorno patriarcal le ha tejido en derredor desde niño. Así, él persiste en negar el daño. La ceguera de sus creencias le impide sentirse culpable ni reconocer a su víctima como sujeto moral. Al final del camino se descubrirá a si mismo como único responsable de sus actos.

Izquierda, Rosa Merás y Domingo Cruz (‘El buen hijo’). Derecha, ‘El maestro Juan Martínez que estaba allí’.

Certamen

En pleno periodo estival Madrid reúne nuevas tendencias escénicas, a cargo de compañías procedentes de Andorra, Barcelona, Badajoz, Jerez, Murcia, Sevilla, Valencia y Valladolid, entre otras regiones. Performance, teatro corporal, danza, drama, tragicomedia, teatro inclusivo… “Cada obra del certamen experimenta con diversos géneros y lenguajes”, señala Juan Jiménez, director de la sala. Toda la programación se puede consultar en Teatrosluchana.es, donde también están a la venta las entradas. Los precios oscilan entre 8 y 18€.

Teatro

[… nos salimos por la tangente, la realidad de la mentira, el sueño de la verdad, la miseria, las relaciones de poder en el seno de la miseria, asumir la mediocridad, horizonte de una vida sin perspectiva…] [… pasamos al fondo del desván, el lado oscuro de la palabra, tras el telón del ser humano, al tiempo nos agarramos a las alas de la esperanza para descubrir el brillante lucero del alba…]

El teatro en forma, sin lastres, responde así a los avatares del individuo, solo, abocado a un hedonista continuo, sin pasado ni futuro. Cuando cerramos los ojos no sabemos a dónde vamos. Sencillamente, siempre más que nunca, interpretamos.



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