¿Por qué cada vez más nos resfriamos durante la primavera?

Numerosas ciudades españolas han registrado este año diferencias en sus temperaturas máximas de más de 10°C en menos de un día

A veces, abrasadora e imponente; otras, sutil y esquiva. La primavera se corona una vez más como la estación más inestable del año. Este 2019, marzo se despidió con la fuerza de un verano anticipado y, casi sin darnos cuenta, abril se nos había ido disfrazando del más crudo de los febreros. Estos cambios bruscos de tiempo tienen un importante impacto, no solo en el vaivén de los estados de ánimo, sino en nuestro organismo en su conjunto.

Sin duda, una de las características de la primavera es la diferencia abismal de temperaturas en periodos cortos de tiempo. Este mismo año, ciudades españolas han registrado diferencias en las máximas de más de 10°C en menos de un día. El cuerpo acusa especialmente estas pronunciadas fluctuaciones ya que son las principales culpables de la mayor parte de los catarros propios de la estación.

No obstante, y a pesar de la creencia popular, no es el frío el único causante del resfriado. La diferencia brusca de temperaturas es la que abre las puertas de nuestro organismo a los virus, culpables en última instancia de la enfermedad, quienes aprovechan el periodo de adaptación de nuestro sistema inmunológico a estos cambios para entrar y campar a sus anchas por nuestro cuerpo.

Los síntomas más frecuentes de estos resfriados primaverales son la congestión, la mucosidad, los dolores de cabeza, fiebres leves, tos o dolor de garganta. Entre las formas de contagio más habituales están el contacto con personas ya infectadas por el virus o incluso el coger comida u objetos tocados por dichas personas. De este modo, lavarse las manos con regularidad es uno de los mejores métodos para prevenir contagios, así como ventilar la casa y abrigarse para aminorar el impacto de los cambios bruscos de temperatura.

Es importante recordar que, una vez contagiados, de nada sirve tomar antibióticos, pues estamos ante una enfermedad de origen vírico. Si empezamos a notar los síntomas, conviene tranquilizarse y procurar descansar, ya que con frecuencia se trata de una dolencia que se cura en pocos días sin necesidad de tratamiento.

Sin duda, una de las mejores opciones durante las jornadas que duren los signos de malestar es tomar mucha agua para hidratar con el fin de favorecer la hidratación y la eliminación de los agentes invasores. Además, los expertos recomiendan no fumar o consumir otro tipo de sustancias que puedan irritar la garganta. Una de las mejores opciones para contrarrestar los síntomas son los medicamentos tópicos con vapores medicinales. Su uso alivia la tos, la congestión nasal y los dolores musculares derivados del catarro. Además, su aplicación es sencilla y poco invasiva, basta con frotar el ungüento en 3 lugares para comenzar a notar una mejoría: el pecho, la garganta y la espalda.



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