La salud mental

Imagen: Gerd Altmann

Desde que en marzo de 2020 el Covid-19 nos abocara a confinarnos en los hogares para tratar de erradicarlo, con las graves consecuencias socio-económicas derivadas adicional y complementariamente de la medida, que nos privó abruptamente además de interactuar presencialmente con familiares y amigos y cambió nuestro modo de relacionarnos y de ver la vida, la salud mental de los españoles ha ido empeorando de manera progresiva y constante, entendida ésta como el estado de bienestar emocional, psicológico y social del ser humano.

Además, cuando a principios del mes de diciembre parecía vislumbrarse la luz al final del túnel al conocerse la existencia de vacunas y que podría empezarse a inmunizar a la población a partir de este mes de enero, hemos comenzado el año con la tercera ola del coronavirus casi alcanzando su pico más alto y con un temporal de frío y nieve histórico, que nos ha incomunicado literalmente durante algunos días, dificultando a continuación nuestra movilidad y actividades educativas y profesionales, y afectando todavía más a nuestro ya de por sí maltrecho estado de ánimo, debilitándolo y sumiendo incluso a buen número de personas al borde de la depresión.

Nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar se ha visto alterada adicionalmente por todos estos acontecimientos, que han acentuado los sentimientos de tristeza y bajo estado de ánimo, así como la ansiedad, la desgana o la apatía, dando lugar también a pérdidas de confianza y autoestima y a la aparición de agorafobias o miedos a los espacios abiertos y hasta crisis familiares y de pareja.

Hospitales de día

Todo ello ha disparado las peticiones de ayuda, por parte de jóvenes y adultos, a profesionales de la psiquiatría y la psicología y a terapeutas especializados en todo tipo de trastornos o problemas de salud mental, con experiencia igualmente en trabajar con niños, grandes damnificados éstos en situaciones como la generada por la pandemia, ya que muchos menores no logran comprender qué está pasando y qué les está generado tantos miedos. Una opción óptima para afrontar estas dificultades es acudir a un Hospital de día en Madrid como el que ofrece el centro Orientak, ya que cuenta con equipos multidisciplinares integrados por médicos, psiquiatras, terapeutas, psicólogos, educadores, trabajadores sociales, maestros y pedagogos, entre otros diversos profesionales, de manera que pueden abordar tratamientos intensivos durante períodos de tiempo determinados en los que los propios pacientes pueden llegar a intervenir de manera activa y participativa para contribuir a aliviar su malestar, sentirse mejor y recuperar la salud.

También es conveniente, cuando quienes necesitan ayuda son niños, recurrir a un hospital de día infantil ya que es fundamental esta etapa de la vida de la persona para evitar traumas o que los episodios o experiencias causantes de su trastorno de salud le marquen para el resto de su vida. Los profesionales de un hospital de día infantil, habitualmente entregados a sus pequeños pacientes, cuentan con la formación y conocimientos específicos para apoyar a los menores que requieren un tratamiento integral, y que pueden beneficiarse adicionalmente de terapias ocupacionales y/o dar continuidad a la formación y estudios que estuvieran realizando, pudiéndolos terminar en las aulas del centro a la par que reciben tratamiento.

Salud mental adultos

Igualmente pueden abordarse con éxito en hospitales de día los problemas de salud mental en adultos como pueden ser los relacionados con cualquier área de la psiquiatría en general, los trastornos de la personalidad, las ansiedades y depresiones, los trastornos adictivos o los trastornos de conducta alimentaria, entre otros. En paralelo también pueden recibir atención las familias o unidades familiares de los afectos, a las que se les asesora y apoya en los procesos de recuperación de sus seres queridos brindándoles herramientas para participar activamente en dichos procesos y lograr mantener, mientras los mismos se desarrollan, el equilibrio interno y la armonía de la estructura familiar.

Y es que un clima familiar óptimo es determinante para favorecer una adecuada recuperación de la persona afectada en su salud mental, siendo muy importante, además de que se interventga con cada familia de manera personalizada en función de su situación, recibir terapia familiar para reencaminar los posibles conflictos, abordar convenientemente los problemas, poner límites, recuperar rutinas, dialogar y establecer acuerdos y pactos. Lograr el éxito en un tratamiento de salud mental a priori individual depende en gran medida de la reeducación de los distintos miembros de la familia del paciente y de su participación e implicación en el proceso.



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