Aumenta el consumo de cocaína entre los jóvenes de Madrid

Estudios del Ministerio de Sanidad sobre adicciones ponen de manifiesto que está aumentando el consumo de cocaína entre adolescentes y jóvenes por la facilidad con la que pueden conseguirla, ya que “las drogas son más accesibles por redes sociales”. Este incremento tiene lugar en el ámbito nacional en general, siendo Madrid una de las Comunidades Autónomas donde se registran cifras de consumo elevadas. En concreto, en el último año el consumo de cocaína en adolescentes ha subido un 3%, lo cual, aunque no parece un porcentaje significativo, resulta sumamente preocupante porque es una etapa de la vida clave para el desarrollo de la personalidad y los jóvenes con edades sobre todo entre los 15 y los 17 años pueden salir muy afectados en lo que respecta a la aparición de trastornos cognitivos y emocionales o de mayor impulsividad y agresividad”, según los psicólogos expertos en adolescencia y adicciones.

Estudio ‘Indicadores clave para drogas y adicciones 2023’, realizado por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas, dependiente de la Secretaría de Estado de Sanidad (Ministerio de Sanidad)

Se trata de un problema que debe atajarse desde edades tempranas a través en buena medida de la formación y de la educación con un enfoque preventivo, siendo el principal objetivo al respecto que los jóvenes tomen conciencia de los riesgos que implica el consumo de cocaína y otras sustancias. Han de saber reconocerlos y saber que se exponen a arruinar su futuro, su salud, sus vidas.

Paralelamente a la labor formativa, es fundamental el papel a desempeñar por la familia para detectar posibles adicciones y contribuir a su control. También es muy importante que acompañe a los jóvenes cuando necesiten atención terapéutica, así como acudir a un centro de desintoxicación como el que pueden encontrar en este enlace para que les ayuden a desengancharse de la cocaína y reciban una asistencia cualificada.

Los estragos que la cocaína puede ocasionar entre los adolescentes

El fallecimiento en el pasado mes de febrero en Getafe de un joven de 14 años, Ryan, tras consumir una bebida energética a la que se había añadido cocaína, pone de manifiesto el fatal desenlace que puede llegar a ocasionar el consumo de esta sustancia estupefaciente. Y es que, según explican los médicos, puede provocar una depresión respiratoria y ésta hacer que se colapse el sistema nervioso, lo que en casos extremos, como lo que le sucedió a Ryan, puede conducir a la muerte.

Además del riesgo de perder la vida, en los adolescentes, debido a que su cerebro está en proceso de desarrollo, las consecuencias del consumo de cocaína son fatales, ya que actúa de manera directa sobre los neurotransmisores, que son conexiones celulares fundamentales para el pensamiento y para la vida. Sus efectos son estimulantes pero a la vez deprime el sistema nervioso.

Mezclar cocaína con otras sustancias mina en mayor medida la salud

Por otra parte, mezclar la cocaína con otras sustancias puede tener consecuencias devastadoras. Ocurre que, dado el alto consumo de alcohol entre los jóvenes, se está imponiendo la tendencia a mezclar precisamente con alcohol dicho estupefaciente, con lo que se multiplican sus efectos, aumentando así los riesgos para la salud. E igual de contraproducente resulta mezclar cocaína y bebidas energéticas.

De ahí que resulte tan preocupante que se esté llegando incluso a normalizar el consumo de drogas y, en concreto, de la cocaína, entre los más jóvenes, que tienden a identificar este consumo como algo deseable, como una moda que hay que seguir, especialmente para no ser menos que los demás y seguir reforzando su sentido de pertenencia a su grupo de iguales.

Es vital por ello educar y alertar sobre los riesgos y peligros del consumo de estupefacientes desde edades tempranas y que los adolescentes sepan que su desarrollo puede verse afectado muy negativamente. Aun y todo, si llegan a caer en las drogas, deben saber que hay luz al final del túnel.

El esencial rol a desempeñar por la familia

Médicos, terapeutas, trabajadores sociales y cuantos profesionales trabajan en los procesos de ayudar a los jóvenes a salir de las drogas coinciden en señalar que el mensaje a trasladarles es que hay esperanza, y subrayan a la vez que es esencial el rol de la familia en la recuperación de los pacientes. Así, un primer paso a dar por la misma es reconocer y asumir que uno de sus miembros, por ejemplo el hijo adolescente adicto a la cocaína, sufre una enfermedad. A partir de ahí, cuantos más familiares se impliquen de cara a ayudarle, mejores resultados se obtendrán.

Por otra parte, la sociedad en general debería reflexionar, en aras de prevenir las toxicomanías, sobre qué está pasando con los jóvenes que caen en adicciones, qué hay detrás de su elección de consumir drogas, por qué lo hacen, qué ocurre en sus vidas, qué necesitan y qué puede ofrecérseles para evitar estas situaciones.

Además, cada uno de nosotros deberíamos tener en cuenta que nadie está libre de caer en una adicción, que la posibilidad está más cerca de lo que pensamos, por lo que hay que estar alerta, prevenir y, si llegara el momento, saber decir no. Y siendo conscientes siempre de que hay recursos para superar la enfermedad con la ayuda profesional. Y es que, en definitiva, lo que necesita el enfermo en última instancia, además de volver a tener salud y alcanzar el bienestar, es recuperar el sentido de su vida.

Todos a una en la prevención del consumo

Hay mucho en juego en el pulso que actualmente se libra para evitar el consumo de cocaína por parte de los jóvenes, viéndose comprometida la salud de las próximas generaciones y, con ello, nuestro futuro como país, aunque este consumo no es exclusivo de jóvenes y adolescentes sino que se extiende también al resto de la población perteneciente prácticamente a todos los grupos de edades en España y en el mundo. Y es que hay mucha “presión económica” detrás de la incitación al consumo, la cual que hay que evitar a toda costa en todos los frentes posibles.

Mientras profesionales de la salud, educadores y personas implicadas en tratar de incidir sobre los potenciales consumidores para impedir que lleguen a serlo, trabajan con las posibles víctimas y enfermos, otros profesionales, como los pertenecientes a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se esfuerzan por tratar de conseguir que la cocaína y otras sustancias estupefacientes no lleguen al “mercado”.

Operación en la que se incautaron 2 toneladas de cocaína en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife en el pasado mes de diciembre / Fotografía: GC – AT – PN

Más de 8 toneladas de cocaína intervenidas en los 3 últimos meses en España

Así, agentes de la Guardia Civil, la Agencia Tributaria y la Policía Nacional han intervenido desde finales del pasado mes de diciembre hasta la actualidad, es decir, en prácticamente tres meses, más de 8.000 kilos de cocaína en cuatro operaciones distintas, en concreto 2.000 kilos ocultos en el tanque de un buque en el puerto de Santa Cruz de Tenerife (información facilitada por el Ministerio del Interior el 28 de diciembre), 4.350 kilos en una narcolancha interceptada a 500 millas al sur de las islas Canarias (15 de febrero), 518 kilos en Algeciras (20 de febrero) y 1.300 kilos en las Islas Baleares (15 de marzo).

Cabe mencionar también en el citado contexto que en el pasado mes de diciembre se llevó a cabo, como cada año, la operación mundial Orión (edición número doce) contra el tráfico internacional de cocaína liderada por la Armada de Colombia y que contó con la actuación de 101 agencias y fuerzas policiales y militares de 41 países, entre éstos agentes de la Guardia Civil.

El resultado global de esta última edición obtenido entre todos los países ha sido la incautación de 196 toneladas de cocaína (más de 11 de las mismas a cargo de los agentes españoles), 175,6 toneladas de marihuana y 16,6 toneladas de hachís.  El número total de detenciones ascendió a 574 y se produjo la intervención de 59 embarcaciones. Se calcula que las redes de narcotráfico habrían obtenido 7.802 millones de dólares si hubieran llegado a colocar en los “mercados” los estupefacientes incautados.



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