Eva Baeza, autora de ‘La colina de los gatos’: «Yo siempre apunto al corazón»

Eva Baeza

Por Eva Fraile
La Reina Lectora

La historia es un macrocosmos que está compuesto de pequeños relatos que, como células de un ser vivo, le aportan cada matiz y cada singularidad. En un contexto tan complejo como la España de la posguerra, miles de historias, las de las personas que vivieron aquel dolor, aportan un fragmento de luz de una realidad que nunca llegaremos a comprender en su totalidad. Con una prosa intimista, que toca la fibra sensible y que dota a sus personajes de la fuerza de la dignidad, Eva Baeza comenzó su carrera como escritora con La colina de los gatos, una historia sobre tres generaciones de mujeres marcadas por el dolor y la valentía.

¿Qué esperas de la escritura?

Espero seguir conectada a mi naturaleza más primaria y llegar a muchísima gente.

¿Cómo surgió la idea de escribir La colina de los gatos?

La colina de los gatos nunca fue preconcebida como una novela. En mi obstinación por fundar el mundo a mi manera, un día me asombré escribiendo: «Quiero contarte algo…», y de ahí fui tirando y expulsando todos los demonios que llevaba dentro. En plena catarsis, me tropecé con un episodio desconocido de nuestra historia que clamaba a gritos por ser escuchado. Ese fue el momento en el que tomé conciencia de que son las historias las que, por alguna razón, nos escogen a nosotros, y no al revés.

¿Cómo fue el proceso de escritura de La colina de los gatos?

Todo proceso de escritura es siempre terapéutico y enriquecedor. Aunque parezca una osadía, algunos de mis personajes se convirtieron en maestros; guías que me iban marcando las directrices, por lo que puede entenderse mi obstinación en que la historia nunca llegase a su fin.

¿Qué dicen los lectores de La colina de los gatos?

Los lectores dicen cosas extraordinarias de La colina de los gatos. La mayoría de ellos coincide en destacar que, tras leerlo, algo se ha removido en su interior. Ese fue mi objetivo. Yo siempre apunto al corazón.

Creo que la abuela de tu libro es la mejor abuela de la literatura española. ¿Me hablas de ella?

La mejor abuela de la literatura española es mucho decir, una opinión que deja en muy buen lugar a mi novela, porque abuelas hay muchas en nuestra literatura.

Lola, la abuela de La colina de los gatos, es una mujer herida, un estigma que le perseguirá toda su vida y con el que arrastrará a todos en su empeño de ser redimida. Pero Lola también es la niña ingenua, la adolescente cándida y vulnerable, la amante apasionada, la madre abnegada, la abuela resignada y llena de sabiduría…

De la misma manera que hay muchas Áfricas, el África de los desiertos, el de las pirámides, el de los animales salvajes o el de las grandes ciudades, como en la mayoría de personas, también hay muchas Lolas en la Lola atormentada que solo aspira a reconciliarse con la vida.

Creo que es importante mostrar esta historia de nuestros mayores. Una historia diferente, alejada del infantilismo con el que a veces los tratamos. ¿Qué visión querías dar en La colina de los gatos sobre la vejez? 

Cada vez me siento más atraída por las personas poco convencionales, las historias transgresoras. Huyo permanentemente de las etiquetas y los estereotipos, que no hacen sino encasillar y coartar la capacidad del individuo. Todos somos únicos, y esos matices que nos diferencian del resto es a donde me gusta llegar para dejar constancia de la singularidad, desde mi punto de vista, el más precioso de los legados.

La vejez es el termostato más preciso de nuestras singularidades; las que han logrado permanecer con nosotros, las que hemos ido adquiriendo en el transcurso de nuestra vida y las que habíamos enterrado hacía ya mucho pero el tiempo terminó por devolvernos.

En tu libro hay relaciones de amor muy enrevesadas que creo que reflejan en gran parte el alma humana. ¿Qué nos puedes contar sobre esto?

Para mí no existe ninguna forma de amor enrevesada. El amor es amor en cualquiera de sus manifestaciones, de la misma forma que la violencia es una sola y no admite subgéneros.

Lo que sí creo es que no nos enseñan a ser felices, y ello repercute en nuestras relaciones, especialmente en las de pareja. Una persona que no sabe ser feliz por sí misma es un peligro social, porque se pasará la vida esperando que la hagan feliz, reclamación que, dada la imposibilidad de realizarse, terminará pagando con los demás, empezando por su pareja, sea la que sea.

La colina de los gatos es una novela que invita a reflexionar sobre estos aspectos; a relacionarse sin sufrir ni ser cómplice del sufrimiento ajeno.

¿Quiénes son tus referentes literarios?

Desde siempre, me han inspirado los grandes autores clásicos. Proust, Flaubert, Tolstoi… Obras como Ana Karenina o En busca del tiempo perdido me parecen de una genialidad indiscutible.

Me apasionan Bukowski, Vladimir Nabókov, Thomas Man y Scott Fitzerald. Y no puedo dejar de mencionar a Vargas Llosa o a la gran Isabel Allende, de la que tanto he aprendido.



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