Cooperantes: los profesionales más resilientes

La gestión de la seguridad es una de las preocupaciones prioritarias. Entre enero de 2015 y junio de 2016, 308 trabajadores humanitarios han perdido la vida como consecuencia de ataques

En los cinco últimos años Chiara Saccardi ha trabajado en crisis como la del ébola, los terremotos de Ecuador y Nepal, el conflicto en Sudán del Sur, el supertifón Haiyan en Filipinas y la crisis alimentaria de Malawi. Empezó a trabajar como profesional humanitaria hace 13 años. Hoy es coordinadora del equipo de emergencia en Acción contra el Hambre y no duda que trabajar en este sector le compensa: “simplemente la sonrisa y la dignidad con las que mujeres, niños y hombres hacen frente a las dificultades ante las emergencias, me enseñan no sólo a afrontar la parte más abrumadora del sufrimiento humano que veo diariamente, sino a sacar lecciones positivas de su actitud”.

A parte de ser uno de los trabajos más vocacionales que existen, los expertos en ciencias del trabajo apuntan que los retos que afrontan los cooperantes en el terreno les aporta una capacidad de adaptación muy difícil de adquirir en otros ámbitos laborales. “En ocasiones puntuales, los cooperantes pueden encontrar ciertas dificultades de adaptación durante el retorno, al reincorporarse en la vida cotidiana en nuestro país, a años luz de lo que acaban de vivir en el terreno. Sin embargo la inmensa mayoría de las veces sucede lo contrario: consiguen interiorizar lo vivido de una forma muy positiva, volviéndose más resilientes. Tienen más capacidad de relativizar y una notable capacidad de gestionar el estrés y de afrontar la presión, y esto son activos muy valiosos para su futuro personal y profesional”, explica Silvina Campanini, responsable de desarrollo de Recursos Humanos en Acción contra el Hambre. “Las empresas y organismos internacionales valoran cada vez más positivamente estas competencias y esto facilita a la persona con experiencia en terreno la posibilidad de encontrar trabajo en sectores muy diferentes. Aunque también hay que decir que ser cooperante es una experiencia que engancha y enamora y que quien lo ha probado una vez decide entrar en esta profesión durante varios años”, añade.

Acción contra el Hambre tiene integrado un protocolo de acompañamiento al cooperante antes, durante y después de su viaje al terreno. Dentro de este, existe una sesión específica de gestión del estrés, donde se trata de forma preventiva los sentimientos durante las primeras semanas y durante el regreso.

La seguridad: uno de los principales retos

Como la de Chiara, la experiencia laboral de cualquier profesional humanitario obliga a afrontar grandes retos y situaciones de enorme dificultad. Según Insecurity Insight, entre enero de 2015 y junio de 2016 308 trabajadores humanitarios han perdido la vida como consecuencia de ataques. Siria, Yemen, Irak, Sudán del Sur o República Centroafricana se encuentran entre los países más peligrosos para los humanitarios, por lo que la gestión de la seguridad sigue siendo una preocupación prioritaria en el sector. En este tipo de contextos es crucial que la organización sepa velar por el bienestar del cooperante.

“Esto no solo incluye la asistencia psicológica continua, sino velar por su integridad física en todo momento. En este sentido es fundamental que el propio cooperante interiorice todos los riesgos y medidas para afrontarlos. Por eso abordamos desde la preparación ante secuestros, hasta las habilidades de negociación para afrontar situaciones de tensión como por ejemplo en un check point o la elaboración de listados de los sitios de acceso prohibido por el riesgo de ataques (p.ej. restaurantes “occidentales” en región Sahel)”, asegura María Fuentenebro, responsable de seguridad en Acción contra el Hambre. “Con todo, los accidentes de tráfico siguen siendo una de las principales causa de incidentes de seguridad, por lo que tomamos medidas específicas para abordar su incidencia en cada contexto”, concluye.



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