Educación para todos

OPINIÓN

Colegio Público de Boadillla

Si queremos que nuestros jóvenes lleguen a la madurez integrados, evitando el fracaso escolar, debemos aspirar a que todos los niños y niñas tengan éxito en su aprendizaje y participen en igualdad de condiciones.

En este mes de abril llevamos al Pleno Municipal una propuesta que está presente en nuestros noticieros casi todos los días cuando vemos conductas violentas de jóvenes en Madrid, Barcelona incluso en otras capitales de provincia; y se ha puesto de moda por algunos políticos, sacar un trozo de adoquín para hablar de esos jóvenes que agitan las calles.

Llevamos décadas viendo los altercados que ocurrían en Francia, nuestro país vecino. No hemos sabido verlo y no hemos reaccionado a tiempo. Pero no podemos olvidar que las bandas violentas no salen de la nada. Esa violencia, no  surge de la noche a la mañana. Son el resultado de muchos años de abandono sistemático. Para entender el comportamiento de estos jóvenes en los que solo pensamos cuando se producen enfrentamientos en bandas, debemos echar la mirada atrás y recordar las crisis que nos han llevado a sucesivos recortes en la educación, bajando nuestro nivel educativo.

Para conseguir que nuestra juventud alcance unos buenos niveles de integración social debemos cumplir con unos objetivos  y unas formulas adecuadas para el desarrollo de la educación.  Para empezar, deberíamos utilizar correctamente el termino libertad.  Cuando se defiende el concepto de libertad hay que hacerlo para todos, para los que tienen recursos y para los que no tienen la libertad de poder elegir. No debemos utilizarla de forma sesgada.

Pues bien, ¿Cómo se previene la violencia juvenil y la aparición de bandas? Con una educación publica gratuita e inclusiva con  igualdad de oportunidades reales y con unas tasas de escolarización y resultados equiparables a los que ofrecen los países de nuestro entorno y en los que nos queremos ver reflejados.

La educación pública en España está integrada por la escuela cien por cien pública y la escuela privada acogida a la ley de conciertos regulada por la Ley Orgánica 8/1985, del Derecho a la Educación.  Una iniciativa elevada y aprobada en el Congreso de los Diputados en 1985 con el primer gobierno del PSOE.

Esta ley, con un preámbulo que llamaba al desarrollo para convertirnos en una sociedad moderna, ha tenido un largo recorrido en el tiempo y nos encontramos ahora con algunos ejemplos de escuela que ha derivado en segregación entre niñas y niños, inmigrantes, ricos y pobres, desdibujando el carácter público de los centros que son financiados por el estado, generando un germen de inequidad y  exclusión social en algunas capas sociales.

Si queremos que nuestros jóvenes lleguen a la madurez integrados, evitando el fracaso escolar, debemos aspirar a que todos los niños y niñas tengan éxito en su aprendizaje y participen en igualdad de condiciones. Esto sería la mejor vacuna contra populismos, integrismos y fanatismos tipo CDR.

Si apostamos por una educación pública integradora sin crear guetos, no discriminando a niños por la renta de sus padres, no alentando cuotas ilegales en los colegios concertados, ganaremos en igualdad y por tanto en seguridad.  Si por el contrario, dejamos que los niños y jóvenes sientan sensación de abandono, de desprecio, de falta de futuro y posibilidades de vida digna, sin motivación alguna, nos encontraremos con grupos de jóvenes que abandonan, engordando los grupos que se organizan en bandas para mostrar su identidad o engrosando los grupos denominados ”ninis” por no encontrar su ubicación en nuestra sociedad.


Alfonso Castillo, portavoz del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Boadilla del Monte



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