Mar del Olmo: «Por muy formal que quiera ponerme, siempre termina saliendo mi vis cómica»

Autora de '45 días por año' y 'El mito del chiringuito'

Mar del Olmo / Imagen: FB de Mar del Olmo

Por Eva Fraile

Le gusta pensar que Ana, la protagonista de sus novelas, es una suerte de «heroína sin capa, pero con mucha plancha pendiente», porque, para Mar del Olmo (Valdepeñas, Ciudad Real, 1968), lo fundamental es que su personaje no es ni una fracasada integral ni alguien que ha desarrollado superpoderes; es una mujer con la que identificarse, una mujer normal. Todo lo normal que la sociedad permite ser a una mujer que atraviesa la cuarentena.

– ¿Qué te ha aportado dedicarte a la escritura?

Todo aquello que no tenía en los últimos dos años de mi trabajo anterior: paz, felicidad, tranquilidad, encontrar un lugar en el mundo para mí. Supone sentirme plenamente desarrollada a nivel personal porque siempre soñé con escribir, y haberlo conseguido y tener dos novelas publicadas me parece el mayor de los logros, la prueba de que cuando se desea algo con fervor y se TRABAJA en ello, se logra. No soy nada fan del pensamiento positivo porque sí.

– ¿Cómo fueron tus comienzos como escritora?

Sobre todo recuerdo el miedo a no gustar. Y la ignorancia sobre el mundo literario. Es muy fácil creerse que una vez que has puesto la palabra fin después de muchos miles de palabras, la parte complicada ha terminado. Y no, acaba de empezar lo más difícil.

Aparte de escribir, un autor tiene que saber de marketing, de redes sociales, algo de diseño web, relaciones públicas, networking y malabarismos circenses.

Al principio, me angustiaba no ser capaz de poder con todo lo que los manuales decían que debía abarcar. Ahora estoy más relajada. He aprendido y he renunciado a algunas cosas para dejarlas en manos de profesionales. No se puede saber de todo, igual que no se gusta a todo el mundo.

– ¿Te planteabas darles a tus libros un tono humorístico desde el principio o fue surgiendo así?

El día que me senté frente a mi ordenador para escribir 45 días por año quería empezar un lamento de lo dura que es la vida para una mujer pasados los cuarenta. Sin embargo, cuanto más trágica quería parecer, más escenas humorísticas brotaban de mis dedos, incapaz de construir un capítulo serio.

He descubierto que, por muy formal que quiera ponerme, siempre termina saliendo mi vis cómica. Y ya no peleo con ello.

Cuando necesito sacar un tema que realmente me corroe por dentro y no tiene ninguna cara cómica, escribo relatos en mi blog. Algunos son apocalípticos, otros, profundamente tristes, algunos, catastrofistas. Vuelco mis preocupaciones en forma de relato en el blog y vuelvo al humor en las páginas de mis libros.

– ¿Qué es lo más difícil a la hora de escribir con la intención de hacer reír?

Lo más difícil es pretender ser graciosa. Se pueden contar las historias más cómicas desde la seriedad, porque así sucede en mis novelas.

Salvo contadas escenas, en realidad lo que se narra no es una situación divertida para quien la padece, aunque provoque la risa en el lector.

Igual que en cualquier chiste, por bueno que sea: si no se cuenta bien, pierde la gracia.

– ¿Qué tienes en común con tu Ana?

Supongo que muchas cosas: las dos amamos el vino de Rueda muy frío, las playas del sur, una familia muy peculiar, un imán para las situaciones ridículas y una menopausia cruel con mi cuerpo.

Ana dejó su trabajo cuando dejó de hacerla feliz, y yo la imité unos años después de haber escrito el final de la novela.

Aunque suene raro, a veces pienso que es Ana quien escribe mi vida y no yo la que imagina la suya.

– ¿Crees que has creado en tu protagonista una suerte de paradigma de la mujer madura?

Pues no te diría que no. En la literatura nos encontramos con grandes heroínas o fracasadas. Mujeres de vidas ejemplares, complicadas hasta el infinito, pero pocas pueden identificarse con el común de las mujeres.

Sin embargo, Ana es la vecina del quinto, tu compañera de trabajo o tú misma. Es una persona real, con problemas cotidianos y comunes a la gran mayoría de la población femenina.

Me encantaría creer que he creado una heroína sin capa pero con mucha plancha pendiente.

– El mundo profesional es bastante cruel, ¿dirías que lo es más con las mujeres?

No puedo hablar de lo general porque no me considero una eminencia, pero mi experiencia personal me dice que sí. Que una mujer siempre tiene que demostrar mucho más en el mundo laboral. Que una mujer no sale rentable en una empresa si está en edad fértil y con intención de tener hijos, a pesar de que ahora mismo los hombres tienen la misma duración de baja paternal que la mujer.

Pienso que aún quedan muchas barreras por derribar para que el camino sea igual para hombres y mujeres en el aspecto laboral.

– ¿Qué importancia tiene para ti la portada en un libro?

Es como la foto del Tinder (red que no he utilizado), donde nadie te va a elegir si no eres visualmente atractivo.

La portada debe hablar por ti del contenido. Es como la publicidad exterior, debe impactar a la primera, ser una especie de puñetazo en el ojo, que llame tanto la atención del potencial lector que quiera darle la vuelta para leer la sinopsis y dejarse entonces convencer.

La portada es la mejor representación del dicho «una imagen vale más que mil palabras».

Debes destacar en la mesa del librero, en las plataformas digitales de venta de libros, en las estanterías de los lectores que luego verán sus amigos cuando vayan de visita…

Corrector y portadista son los personajes más importantes después del escritor en cualquier obra, al menos en mi humilde opinión.



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