Tumbonas y personas en la calle

Según la COPE más de 37.000 personas viven en la calle en España. 

Según Carmen Labayen, en COPE del 07 de noviembre del 2022, 37.117 personas están en la calle en España. Según la organización Humaniun, datos de Internet, en el mundo hay aproximadamente 120 millones de niños viviendo en la calle –treinta millones en África, 30 millones en Asia, 69 millones en América del Sur…-. 

Se ha denominado el concepto “sinhogarismo” o “sintechismo” a estas realidades de no tener un hogar permanente para residir y que están, por unas razones u otros, viviendo bajo el sol o las estrellas o la luna, en los días y noches de enorme calor, o de enorme frío… Debidos a diversas circunstancias y factores que se encadenan y concatenan e hibridan para producir estos efectos negativos y perniciosos para el ser humano, la familia, la sociedad, la humanidad, incluso para el Estado… 

Es incluso más dramático cuándo son personas ancianas o son niños/niñas. Con todos los peligros inherentes a esta situación y realidades humanas… 

El maestro del articulismo Manuel Alcántara, publicó una columna titulada: Vagabundos, el 06 de febrero de 1994 en El Correo, en el cual con su maestría poética y literaria y perceptiva nos trata algunos aspectos de este eterno problema o realidad o tragedia… 

Cada persona, sobre esta cuestión, como en casi todo tendrá su concepción y su sensibilidad y sus soluciones. Pueden pasar desde el aumento de albergues, de pisos tutelados, de alquiler de viviendas a precios módicos, a creación en serie de caravanas con suficientes y mínimos servicios y, docenas de otras soluciones. 

Entre otras, no se entiende o comprende muy bien, si somos capaces de crear miles de utensilios en serie, desde golosinas a vehículos, y, eso ha permitido, no solo la creación de la multiplicación de unidades de ese producto, sino además la disminución ostensible del precio de esa mercancía. Nos preguntamos, porqué y cómo no se podría hacer lo mismo, crear en cadena la producción de todas las partes de una vivienda, de forma digna y duradera. Y, después, las partes se trasladasen al lugar convenido, según la administración y la legalidad, y en poco tiempo, realizar una vivienda digna y honesta, con calles y todo lo demás. Posiblemente, el precio se reduciría en el cincuenta por ciento, o incluso más… Este proceso se podría ir perfeccionando en todas las partes, y, en todas las maneras… 

Pero me pregunto, y, no se entienda mal, porque hasta cierto punto, ya sabemos lo que suceden con estas cosas, que como nos diría el gran Unamuno, o queremos todo o la nada. Pero nunca olvidamos, que quizás pequeñas cosas, pequeños cambios, pequeñas modificaciones no resuelven los problemas, ni total, ni parcialmente, pero quizás arreglan algo, o hacen la vida un poco más fácil. Concepto que aplicamos nosotros a nosotros mismos en casi todas las cosas… 

Por tanto, sin entrar en soluciones radicales y profundas y serias y humanitarias y solidarias y fraternas. Sin negar todo eso, pregunto y me digo a mi mismo y a usted. Cuándo por las aceras o soportales y en otros lugares, percibes a personas, sobre cartones, y con mantas de diverso tipo. Me pregunto, si sería correcto y conveniente hasta otras soluciones mejores y definitivas, que las Organizaciones Religiosas y Filantrópicas y Solidarias que se dedican a este menester, pongamos, el nombre de Cáritas, Cruz Roja y otras, -mientras que llegue esa soluciones más perfectas o definitivas-, además de otros servicios que se les proporciona, de ayudas y semejantes. 

Pregunto si podrían estas entidades adquirir y repartir “tumbonas”, con precios muy reducidos, tumbonas que con patas, separasen del suelo frío del invierno, y que a una altura determinada, diez o quince o veinte centímetros, al menos, no estuviesen esos cuerpos y almas y carnes y mentes, sobre el cartón y este sobre el suelo, con el enorme peligro de estas realidades para la salud biológica y psicológica y moral y espiritual y… 

Opino que quizás encargadas en empresas concretas, les podrían realizar a un precio asequible, quizás menos de cien euros, podrían ser diseñadas para ser dobladas y ocupar menos espacio, incluso ser trasladadas de un lugar a otro, según sus conveniencias, y, aunque no es la solución definitiva, quizás, sería un poco más humanitario… 

Supongo, que nadie negará que sea mejor dormir sobre una hamaca o una tumbona. Pongamos el caso de una tumbona de plástico fuerte y resistente, que separe del suelo, que no se inserte como hielo e hierros el frío del suelo en la carne y alma de un ser humano. Hasta que la sociedad y el Estado y los diversos colectivos y cada persona vaya buscando soluciones a su problemática… ¡Supongo…!


Jesús Millán Muñoz – https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero (29 enero-01 feb. 23 cr). 



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