Raúl Nogales, autor de «A orillas del Aqueronte»: «Necesitamos ser mejores personas»

Raúl Nogales
Por Eva Fraile
La Reina Lectora
Raúl Nogales (Madrid, 1974) no es un escritor habitual, y no nos referimos a que no tenga el habito de escribir, sino a que no es un tipo que uno suela encontrarse frecuentemente en el mundo de la literatura. A orillas del Aqueronte es una buena muestra de que estamos ante una personalidad muy interesante, un tipo que cree fervientemente en el poder de los clásicos para transmitir y consolidar valores que ya hemos olvidado, o en que lo importante de una lectura es que te mueva a reflexionar después.

¿Qué te ha aportado la escritura, Raúl?

Paz, desahogo, relajo, satisfacciones que van más allá del premio que directamente se me entrega cuando escribo y que es cada una de las conversaciones con mis lectores la que me enriquece, me hace reflexionar y reconozco que en algunos casos me estresa, me da que pensar y me tiene atrapado en un mar de complicaciones mentales por días.

¿Qué dirías que puede aportar un libro como el tuyo?

Para empezar unas 20 horas de lectura continuada y entretenimiento asegurado si consiguen leerlo de una vez. Van a emocionarse, van a llorar, van a reclamar venganza y lo van a hacer de la manera más vehemente que se puedan imaginar. En definitiva, van a sentir y van a identificarse de un modo u otro con Hermes. Van a reflexionar sobre diferentes situaciones en las que este se ve envuelto y, de paso, conocer algo de mitología griega.

¿Qué es lo que más te gusta de A orillas del Aqueronte?

Soy su padre, y A orillas del Aqueronte aún es un bebé, ahora mismo me gusta absolutamente todo. Según vaya adquiriendo madurez, le iré encontrando defectos, que, como buen padre, intentaré corregir. Posiblemente, de lo que más orgulloso estoy del libro es de haber respetado al cien por cien mi estilo de escritura, mi idea de la historia y de cómo quería contarla. Creo que ha quedado un libró único y muy especial. Lo tengo complicado para que los otros dos libros de la trilogía estén al nivel. Es un auténtico reto.

Tu libro está lleno de referencias a obras celebérrimas de la literatura. ¿Por qué crees que hay tanta gente a la que le cuesta aficionarse a los clásicos?

Los libros, como las canciones, se escriben con una edad, se escriben en un momento histórico determinado, con unos objetivos concretos que normalmente están siempre condicionados por determinados elementos en los que el autor está inmerso. Que un libro o un grupo o una canción consigan romper esas ligas que lo unen a un momento determinado de la historia y que consiga mantener el sentido por generaciones es algo increíble. Todo lo anterior, cuando la sociedad se encuentra en un momento de desconcierto donde prácticamente los clásicos pierden espacio, se suele traducir en la perdida gradual de los valores que estos clásicos transmitían y por los que estaban siendo recordados.

Dada la carga mitológica tan importante de A orillas del Aqueronte, te pregunto: ¿cuál es tu episodio mitológico preferido, o aquel con el que te sientes más identificado?

Posiblemente el que tiene de protagonista a Ulises y su encuentro con las sirenas. En este episodio de la Odisea, básicamente se presenta la tentación y la lucha por no sucumbir a ella o simplemente elegir el camino fácil. Me gusta especialmente y también he de decir que he llegado a la conclusión de que, aun sucumbiendo a su canto, no siempre es el final

Hablas en tu libro de ese momento crucial en nuestra vida que es el de dar caza a nuestro monstruo, algo que se parece mucho al «viaje del héroe», tan recurrente en la literatura a lo largo de los tiempos. ¿No serían acaso las viejas historias una metáfora de nosotros mismos?

Por lo menos una persona en el mundo sería capaz de identificarse con el protagonista de cualquier libro, igual que hoy en día cualquiera de nosotros tenemos una fotografía representada con números escondida en los decimales del número pi y su forma infinita. Todos, siempre, todas las viejas historias con una metáfora de nosotros mismos.

Como lector, ¿en qué te fijas más cuando entras en una librería a comprar un libro?

Depende del tipo de libro que esté buscando. Me puedo fijar en lo sugerente e ingenioso del título, puedo leer la bio del autor o simplemente en detalles de la portada. Cada búsqueda es diferente, y los requisitos de cada libro también. También te digo que la mayoría de las veces compro libros por referencia y en ninguno de esos casos me fijo en absolutamente nada.

¿Qué te parece más importante a la hora de escribir una historia, hacer reflexionar al lector o entretenerlo?

Sin lugar a dudas, hacer reflexionar al lector. El entretenimiento forma parte del ejercicio de reflexionar. Sin embargo, si solo se entretiene y no se genera la necesidad de reflexionar… Con esa finalidad ya hay mucha televisión.

¿Qué tal te manejas como escritor en redes sociales? ¿Te parecen una buena forma de acercarse a los lectores o son más una fuente de potenciales líos?

Hoy en día, las redes sociales han sido totalmente prostituidas, una vez que la tecnología y su mal uso por el hombre hacen que un servicio fantástico y maravilloso se convierta en muchos casos en una cueva de cobardes ocultos tras una IP que se creen con derecho a todo. Cada red tiene sus particularidades, pero comparto que hoy en día es fácil que sean un foco de problemas.

Si de ti dependiera elegir un texto, clásico o no, de lectura obligatoria en los colegios, ¿por cuál optarías?

Quitaría las tapas al Nuevo Testamento para evitar que nadie supiera qué estaba leyendo y sería el libro sobre el que trabajar y reflexionar durante los primeros ochenta años de nuestra vida, y, ojo, que te lo dice alguien que sería por lo menos un dudoso creyente, pero estoy seguro de que es un mensaje que no puede hacer mal a nadie y que millones de personas, salvo por las tapas, no saben absolutamente nada de las lecciones que esconde en su interior. Necesitamos ser mejores personas.



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